Lunes, 21 de diciembre de 2009. AÑO XXI. NÚMERO: 7.308. EDICIÓN MADRID. PRECIO: 1,10 EUROS
CATALUNYA
 
TRALLERADAS / MERCEDES SALISACHS / La escritora que dijo 'no' a Woody Allen
«El catalán no estuvo prohibido en el Franquismo»
Mercedes Salisachs cree que la han situado en el flanco de los marginados en Cataluña. Por ser mujer, pija, de derechas, religiosa y por no hablar en catalán. Un conjunto de estigmas que, a su parecer, la han convertido en una escritoria de éxito en toda España con la única excepción de Cataluña. Porque, en opinión de la escritora, la vida de hoy está muy politizada y ella va a contracorriente. Y no se esconde.
MANUEL TRALLERO

Debo hacerles una confesión. A mí me gusta Mercedes Salisachs, como me gustan Julio Iglesias o Raphael. Más allá del personaje está la persona. Y sobre todo la profesionalidad.

«Le dije a Woody Allen que no», cuenta Salisachs. «Me pidió julio y agosto y yo no quería que vinieran porque, quienes hubieran venido, son pura gentuza. No me gusta que se metan en mi casa»

-Usted ha recibido muchísimos premios.

-No, son premios pequeñitos.

-El Planeta no es un premio pequeñito.

-Sí, es importante. Pero tengo muchos lectores, recibo mails casi todos los días, de cualquier parte de España. Pero de Cataluña, ninguno.

-¿Puede pasarle por ser de derechas y por ser mujer?

-No lo sé. A lo mejor es que no gustan mis libros. O que no se leen. Tengo todos los ingredientes para que no me hagan caso. Ya no me importa nada.

Es como una muñeca, diminuta, enclenque -que diría ella-, pero dan ganas de abrazarla como si fuera un peluche. Sin embargo, ¡cuidado con la mirada! Puede fusilar con ella, es difícil sostenerla. Fulmina.

-Pero denunció que cuando empezó a escribir tuvo muchos problemas por ser mujer...

-No. Muchos no, todos. Soy una señora pija y entonces los pijos no podían soportar que yo escribiera libros en los que se podían ver retratados. Saco a relucir las hipocresías y los defectos de la gente.

-Pero, ¿usted es una pija?

-Soy una pija, pero nunca he ejercido, ni siquiera de niña. Tenía un padre muy intelectual, y se pasaba la vida hablando de libros con mi madre.

-¿Y qué es un pijo?

-Pija es la gente que está en determinado ambiente, que figura que no hace nada, que tiene, digamos, alta sociedad; gente que no piensa más que en arreglarse. Nací en ese ambiente, desgraciadamente o no.

Pizpireta, es como el junco que parece a punto de doblarse, pero aguanta férrea los embates de la vida. Pertenece a otro mundo: en el suyo, el portero de la finca de paseo de Gràcia luce librea y su casa, boisseries de madera dije y tapices por las paredes. Ella no concede entrevistas, recibe como una señora de las de antes: diminuta y frágil, perfectamente atildada, siempre en estado de revista, con la elegancia que concede la sobriedad y con la coquetería que dan los muchos años.

-¿También su posición ideológica ha sido un obstáculo?

-Ahora se politiza todo muchísimo. O tiras claramente hacia marxista o hacia monárquico. Yo soy monárquica. Viví la República, que, aunque la gente no lo sabe, fue horrorosa. Viví la guerra y tuve que exiliarme. Ahora sólo se habla de los exiliados de izquierdas; nada de los que tuvimos que escapar de la muerte. Franco, en cuanto ganó la guerra, tendría que haber hecho volver al rey. Cuando entramos, cuando las tropas entraron en Barcelona o en Madrid, la gente estaba enloquecida de felicidad porque se había acabado aquel horror.

Pero, que nadie se llame a engaño. Tras su aparente fragilidad, Salisachs es rocosa, pétrea, de convicciones férreas. Cuando habla, habla claro, clarito. No tiene pelos en la lengua. Cree que aquello fue terrible pero que ni ella ni los suyos perdieron. Los otros, sí.

-¿Y ahora?

-Pasan cosas horrorosas. Leo todos los días los periódicos y me quedo aterrada. Lo último ya es lo de la masturbación, que es el colmo de los colmos. Que unos niños piensen que la felicidad o el placer está en las manos es un poco fuerte. Van directamente en contra de todo lo que representa la religión católica.

-Usted siempre ha sido una persona muy religiosa.

-La muerte de mi hijo me enseñó que no debía ser una católica mecánica. En aquellos momentos, comprendí que mi hijo era como mi padre, me enseñó mucho, cosas de su vida que yo ignoraba, preciosas.

-No habla catalán…

-No me lo han enseñado. La gente dice que el catalán estaba prohibido durante el franquismo. No es cierto. Lo que pasa es que no era oficial, se podía escribir en catalán y se podía publicar en catalán, pero no era oficial. A mí siempre me han hablado en castellano.

-En su clase social se habla en castellano.

-Ni se me pasó por la cabeza aprender el catalán. Es en la democracia que ha empezado todo eso. Me parece muy bien que lo aprenda quien quiera, pero sin marginar. Para mí, todas las provincias de España son España, incluyendo Cataluña.

-En su última novela, Goodbye, España, teje un juego de espejos por el que a veces parece que la reina de España sea Usted y la que se va de España no sea la reina, sino Mercedes Salisachs.

- No lo niego, pero no está hecho aposta. Procuro meterme en su piel. He leído muchísimo sobre la reina y he estado en contacto con descendientes de quienes la trataron. Mi libro, una novela histórica, tiene un 90% de realidad y un 10% de ficción.

-¿Cómo ve la literatura española?

-Me aterra que pongan por las nubes y den premios de Asturias y Cervantes a seres que no han hecho nada. ¿Sabes cómo llamo a la democracia actual? Dictocracia.

-Cree que hay una literatura de hombres y otra de mujeres.

-No, creo que hay literatura de buenos escritores y de malos escritores. Y no sé a cuál pertenezco, porque el silencio en torno a mi obra es absoluto. No aparecen críticas de mis libros.

Una escritora que tiene el mejor de los premios: los lectores. ¿Qué más le puede pedir Mercedes Salisachs a la vida a sus 93 años?


Secreto de enclenque

-¿Cuál es su secreto?

-Yo no sabía que iba a vivir tanto. Creía que me iba a morir pronto y no porque tenga mala salud, porque la tengo bueno, sino porque era enclenque. Siempre lo he sido. Nunca he hecho gimnasia, nunca he hecho deporte, nunca he andado mucho.

DOMÈNEC UMBERT

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