¿Reforma para quitar competencias a las comunidades? NO
Por supuesto que no, aunque si llevara mi nacionalismo vasco hasta el mismo extremo de los que piensan en restringir las competencias de las Comunidades Autónomas tendría que decir que sí. ¿Por qué? Porque se haría carne, y, sin habitar entre nosotros, el criterio que se plasmó en una reunión en la localidad de Txiberta en la que el mundo radical vasco nos pidió que no concurriéramos a las elecciones de junio de 1977, porque no se nos había perdido nada en Madrid y porque si actuábamos todos los vascos nacionalistas juntos, contra el Estado español, venceríamos.
No lo hicimos y preferimos registrarnos en la ventanilla, concurrir a las elecciones y discutir una Constitución democrática, que por interés exclusivamente partidista del PSOE, nos excluyó de la ponencia constitucional. En aquella oportunidad hubo gentes que quisieron establecer una clara delimitación de lo que era una nacionalidad de una región, aunque el asunto quedó en un proyecto interruptus, ya que no se delimitaron claramente las posibilidades de cada quien; y ahora, resulta, que todos son nacionalidades. No se resolvieron de verdad los tres problemas históricos planteados en tiempos de la República, Euskadi, Galicia y Catalunya, y se crearon 17 dolores de cabeza para algunos. ¿Alguien en su sano juicio en 1977 hubiera creído que en Madrid se demandaba una autonomía con bandera y con himno?. ¡Pero si la política identitaria española se circunscribe única y exclusivamente a Madrid!. No hay más que seguir de cerca todos los actos recordatorios de la Transición para darnos cuenta que la idea de España se resume en lo que pasa en Madrid.
El solo hecho de hacer esta pregunta significa que sigue sin admitirse la pluralidad del Estado, y que éste contiene naciones sin Estado y que el bilingüismo y la pluralidad son un fastidioso engorro. Aquí sólo hay una manera de ser español y esa manera la tiene patentada la derecha y la Alta Administración que desde la Cibeles, como desde un Palmar de Troya identitario, expide los certificados de ciudadanía.
Llevo 22 años trabajando en Madrid y esta circunstancia no me ha hecho menos nacionalista vasco sino mucho más. Existe, ¡claro que existe!, un agresivo nacionalismo español que francamente, a mí me cansa y que me ha hecho pensar muchas veces, como diputado o senador, sobre qué coño hacemos en las Cortes Generales. Perdón por la palabrita pero su rotundidad ilustra un estado de ánimo.
Entiendo que la violencia asesina de ETA envilece muchos planteamientos. Entiendo que no se quiera apostar por un Estado confederal -que sería lo lógico-, entiendo que cuando se hable del líder de la oposición se desconozca que hay otros seis partidos de oposición y entiendo que gestionar la diversidad es muy engorroso. Pero lo que ya no entiendo es que en la última encuesta del CIS se nos siga con la monserga de que la Monarquía (cuando no hay debate, ni libertad de expresión sobre ella), el Ejército y la Policía sean las instituciones más valoradas 30 años después de ser aprobada la Constitución, con notable abstención vasca. Aquí hay algo que no funciona y si en verdad se desea restringir las autonomías, hágase, y ya no tendremos ningún argumento para seguir jugando en aquel Bernabéu político con todos los árbitros comprados.
Iñaki Anasagasti es portavoz del PNV en el Senado.