El caso Cristina de Borbón – Iñaki Urdangarín crece como una bola de nieve. Ayer el magistrado-juez José Castro imputó al secretario de las infantas, Carlos García Revenga. El cerco sobre la infanta Cristina, residente aún en Barcelona, se estrecha, cada vez, más y la presión comienza a ser asfixiante e insoportable.
Ya hace tiempo que hice pública mi opinión sobre que la hija del Rey de España debía ser llamada a declarar ante la justicia -lo mismo pensaban muchos, incluso un magistrado del Tribunal Supremo al que ciertos medios conservadores, rápidamente, intentaron cerrarle la boca-. Pensaba que debía hacerlo como imputada, al haber sido beneficiaria final probada de parte de los recursos públicos malversados (sin ir más lejos su suntuosa residencia en la ciudad condal, al menos en parte, había sido pagada así); sin embargo, no lo ha hecho, aún, ni como mera testigo. Se han perdido muchas oportunidades y quizás, al final, lo tenga que hacer mal y tarde.
La imagen del día de ayer fue ver al magistrado José Castro interpelado por un periodista poco antes de acceder a un autobús público. Toda una metáfora de la realidad de este país, anclado aún en las maneras caciquiles y los prejuicios heredados de tantos años de nacionalcatolicismo que nos dejaron como herencia, entre otras cosas, la monarquía.
La de los escoltas, los vestidos de alta costura, la intocable, la de los coches oficiales, la del trabajo magníficamente retribuido pese a no saberse bien bien qué hace, la que accedió a la notoriedad al nacer por razón de sangre, quizás, algún día, tenga que enfrentarse a un trabajador en mangas de camisa, que accedió a su cargo tras años de estudio por mérito y capacidad, tiene un sueldo menguado de funcionario… y, como ejemplo de ello, toma el autobús para trasladarse de su domicilio al trabajo, como la inmensa mayoría de españoles.
La que, en definitiva, no está acostumbrada a mezclarse con los ciudadanos que forman su pueblo, sino en actos perfectamente programados mediante una puesta en escena absolutamente calculada, ahora ve que la contrariedad que como broma pesada le tenía preparada el destino de verse, de tú a tú –sin intermediarios-, ante uno de ellos -un juez- está cerca. Quizás le sirva de consuelo recordar que, de momento, la justicia emana del pueblo y se administra en nombre de su padre (artículo 117 de la Constitución).
1 comentario en “Cristina, ante uno que coge el autobús”
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Mientras una señora por pagar con una tarjeta (encontrada o robada) unos pañales y alimentos para su familia entrará en prisión (sin que el sr. Gallardón la indulte, porque ni es política ni amiga de ninguna persona importante), la infanta saldrá de todo esto de rositas, porque aunque finalmente la imputaran (cosa poco probable) encontrarían cualquier argucia legal para que quedara al margen de todo esto.
España nunca será un país normal mientras la justicia no sea realmente imparcial e igual para todos.
Federico Llosa Marsé (Barcelona, 1966). Sigo perteneciendo, aunque
no me lo pongan fácil, a una especie en peligro de extinción en nuestra
sociedad barcelonesa; la de los hombres honrados, sensibles y orgullosos.
Pretendo con este blog despertar la conciencia de la mayoría de mis
vecinos, poner el cascabel al gato y enceder la llama de la esperanza ante
tanta miseria como nos rodea. Si quieres comentarme o denunciar algo de
Barcelona este es mi correo electrónico: fedllosmar@gmail.com
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Mientras una señora por pagar con una tarjeta (encontrada o robada) unos pañales y alimentos para su familia entrará en prisión (sin que el sr. Gallardón la indulte, porque ni es política ni amiga de ninguna persona importante), la infanta saldrá de todo esto de rositas, porque aunque finalmente la imputaran (cosa poco probable) encontrarían cualquier argucia legal para que quedara al margen de todo esto.
España nunca será un país normal mientras la justicia no sea realmente imparcial e igual para todos.
Como siempre sr. Llosa, un placer leerle.
Sana kaj Anarkio