Opinión
¿Acaso tiene solución España?
‘La solución de España tiene que ser global, tiene que ser democrática, y tener como última meta al ciudadano, no a los bancos. ¿Tienen quizás la solución los partidos políticos? En el mejor de los casos, estos hablan de retoques de la Constitución y de la ley electoral, pero que no les toquen seriamente sus privilegios. Deberían empezar dando ejemplo, con una reforma profunda de la ley electoral, con una democracia interna en sus propios órganos y una renuncia a todo tipo de subvención del Estado’.
Hace unos días, Victoria Prego escribía: ‘Lo que es seguro es que un Estado nunca asistirá pasivamente a su propio desmembramiento’. Sin embargo, en vista de lo que viene ocurriendo en España desde hace ya 30 años, dudo mucho que esta prestigiosa periodista lleve razón. Lo que está ocurriendo en Cataluña, situación a la que se está refiriendo Prego, viene de lejos. Si los sucesivos gobiernos de España han estado permitiendo durante años esta deriva separatista, ¿por qué vamos a confiar que ahora cambien de actitud? Uno llega a dudar de si, además de esta miopía de la que adolecen nuestros gobernantes, no habrá algo más serio.
¿No será que esta corrupción en que se funda el separatismo catalán es también el fundamento de nuestros gobiernos de España? Es algo muy grave la deriva separatista de Artur Mas y de sus seguidores, porque no cuenta con los ciudadanos sino solo con los políticos, pero hay algo mucho más grave que está ocurriendo en toda España. No podemos aislar el problema de Cataluña del problema del resto de España. Y no se resolverá el problema del separatismo y de la discriminación que sufrimos en Cataluña, mientras no se resuelva el problema de toda España: si en Cataluña existe una casta privilegiada que impone la ley, también en el resto de España hay clases privilegiadas. No todos los españoles son iguales ante la ley, ni ante la justicia. Si en Cataluña hay corrupción, también en toda España la hay. Y como la corrupción no conoce fronteras, la corrupción de Cataluña está interrelacionada con la de otras regiones.
El problema no es si Cataluña se separa, o no, de España. El problema es si los españoles vamos a dejar de vivir de una maldita vez en una semidemocracia o en una democracia tutelada por las grandes familias y por la banca, si vamos a dejar de ser desiguales ante la ley, según la riqueza que tengamos o la región donde vivamos. Esto es lo fundamental. Que España sea una monarquía o una república, un Estado federal o un Estado de autonómico es absolutamente indiferente, mientras no se acometa una auténtica reforma democrática profunda. Estamos conviviendo alegremente en un estado de degradación y pobreza provocada o consentida, en una situación de injusticia, sin que nadie asuma la responsabilidad, ni política ni moral. La mala gestión y la corrupción en España se premia con retiros millonarios y puestos de consejeros. Es hora de empezar por los cimientos y no de andarse por las ramas
Apostar en estos momentos por un Estado federal sin más, como hace algún partido político, es echar balones fuera. No es esto lo que toca ahora. Me hubiera gustado oír, además, cuáles son las reformas auténticamente democráticas que conlleva ese cambio a un Estado federal y si ese modelo pretende acabar con la desigualdad de los españoles. Incluso uno de los intelectuales del PSOE como Ignacio Sotelo tiene que venir a decirles que esa propuesta no es realista, porque la esencia del federalismo es la igualdad entre los estados, y ni los nacionalistas de Cataluña ni del País Vasco lo aceptarían.
Es curioso que un partido que ha estado ocho años en el Gobierno sin acometer apenas reforma alguna, pretenda tener ahora la solución a todos los males de España. El PSOE -y también el PP- debería tener muy claro por dónde deben empezar las reformas que necesita España y no lanzar ahora mensaje vacíos. ¿Va a suponer el Estado federal la supresión del despilfarro de las Autonomías? ¿Qué medidas va tomar este Estado federal a favor del paro y de los desahucios? ¿Va a intentar recuperar a toda esta juventud y esos talentos que se nos han ido? ¿Va a ser un Estado federal al estilo alemán? Si es esto último, me apunto ahora mismo, y creo que seríamos muchos los españoles que la aceptaríamos a ciegas.
El fantasma del español y su complejo de inferioridad recorre nuevamente toda la geografía española. ¿Qué hemos hecho los ciudadanos de a pie para tener estos políticos? Si el grado de bienestar de un pueblo suele estar relacionado con el grado de democracia, muy bajo debe de estar nuestro nivel de democracia. ¿Quién va a salvar a España de este caos? ¿Los políticos? ¿Los sindicatos? ¿Dónde está entonces la solución?
La solución de España tiene que ser global, tiene que ser democrática, y tener como última meta al ciudadano, no a los bancos. ¿Tienen quizás la solución los partidos políticos? En el mejor de los casos, estos hablan de retoques de la Constitución y de la ley electoral, pero que no les toquen seriamente sus privilegios. Deberían empezar dando ejemplo, con una reforma profunda de la ley electoral, con una democracia interna en sus propios órganos y una renuncia a todo tipo de subvención del Estado. ¿Acaso estamos subvencionando a las empresas españolas y también son necesarias en España, pues son casi las únicas que crean riqueza? ¿Y por qué tenemos que subvencionar a los partidos? ¿Son los sindicatos los que tienen acaso la solución? ¿Dónde estuvieron durante los ocho años de mandato de José Luis Rodríguez Zapatero? ¿Es que entonces no se estaba ya degradando la situación social de España? ¿Es que los sindicatos alemanes no se mantienen con las cuotas de sus afiliados?
¿Puede la Unión Europea ser la solución? Hubo una época en que se pensó con Ortega y Gasset que España era el problema y Europa la solución. Es verdad que si no estuviéramos dentro de la Unión Europea posiblemente hubiéramos revivido la luchas cainitas de los siglos pasados, pero la UE actual tiene que cambiar mucho para que pueda ser la solución a los problemas de Europa, no sólo frente a los grandes retos de la globalización, que al parecer no se los ha tomado en serio, como también frente a la democracia capidisminuida que están viviendo muchos países de la UE y las misma instituciones comunitarias.
La UE adolece del mismo problema que Cataluña y que toda España: demasiado egoísmo nacionalista de las regiones y de los estados, demasiado sálvense quien pueda, demasiado desprestigio de los políticos, demasiado despilfarro, demasiada duplicación o triplicación de instituciones y organismos. ¿Cuánto tiempo se lleva hablando de la unión económica, de la unión bancaria, de la unión fiscal en la UE? Mientras tanto, y gracias a esta desunión, siguen sacando provecho los paraísos fiscales y los bancos andorranos. Habrá muchos Depardieu que se cambiarán de residencia y los bancos alemanes seguirán recibiendo dinero gratis.
Si España tiene solución –no son pocos los que ya dudan de ello-, esa solución la tendremos que aportar: primero, el Gobierno, aprendiendo a cortar por donde realmente debe cortar. ¿Por qué se tienen que estar subvencionando con dinero de todos los españoles periódicos separatistas? Durante muchos años, quizás décadas, deberíamos dedicar todas las subvenciones a la formación y a la investigación, si queremos sobrevivir. Es hora de que los dos grandes partidos aparten sus diferencias y trabajen conjuntamente para mirar por las futuras generaciones. El Gobierno debería tender la mano al partido de la oposición y este tendría que recordar que en un Estado federal, como Alemania, en los últimos 30 años ha habido al menos dos veces gobiernos de coalición de los dos grandes partidos.
A todos los partidos políticos habría que recordarles que los privilegios son incompatibles con la democracia. Y al ciudadano normal, el menos responsable de la crisis pero el que más está pagando las consecuencias, quizás no hubiera que recordarle nada, si viera un gesto por parte de sus gobernantes.
Félix de la Fuente es autor del libro Glosario jurídico-político de la Unión Europea
Robertg:
Ni dimes ni diretes. Vd. ha dicho en este foro que no todas las víctimas de ETA eran igual de inocentes, es decir unas eran más culpables que otras.
Le dije que no me volviera a dirigir la palabra, lo que no significa que yo vaya a callar ante cualquier barbaridad que Vd. suelte. Vd. no se ha desdicho de aquella barbaridad ni de muchas otras. Y lo de que en la Cataluña futura seré aceptado si “comprendo a Cataluña y acepto sus planteamientos” está repetido por Vd. cientos de veces. Referido no a mí sino a cualquiera que piense como yo.
Una persona que dice que España es una idea obsesiva, enfermiza y rebautizada es una persona tan fuera de la realidad que no merece la pena gastar ni un minuto con ella. Y lo dice Vd. en el comentario anterior.
Y Vd. no ve insultos: Pues bien: Negar derechos a los que venidos de fuera no piensan en nacionalista en la futura Cataluña independiente o hacer relativamente culpables a las víctimas de ETA en función de su edad, su trabajo, su ideología… es más que un insulto. Es un desprecio.
Y como niega los insultos se los vuelvo a plantar aquí. Los últimos naturalmente que son los que tengo a mano: :
“No se si el epíteto tercermundista es el más apropiado. Tal vez considerándolo mejor pienso que en realidad. “son una mezcla de pobres de espíritu, codiciosos sin mesura , ruines , falsos , mentirosos y sin escrúpulos”.
Y Vd. no ve insultos sino verdades como puños. Lo dicho no me vuelva a dirigir la palabra aunque a mí ya se me había olvidado que rompí con Vd. Pero ya no lo olvidaré. Como tampoco callaré ante sus mentiras. Eso si siempre refiriéndome a sus palabras en tercera persona.
No se merece Vd. otra cosa.
Sigue usted inventando y distorsionando mis palabras. Sobre los muertos inocentes de ETA dije que no los sentía como connacionales míos, que los veía exactamente igual que las víctimas inocentes de cualquier conflicto de cualquier país. Eso es lo que dije señor Romualdo. Y por supuesto lo mantengo.
Pero además le añado, y se lo añado ahora, que no tenemos nada en común con todas esa caterva de obsesos fanáticos vasco-españoles , que son los peores, que tratan de inmiscuirse en los asuntos de los catalanes. Los queremos fuera de nuestros asuntos. Y si usted es uno de ellos , siéntase aludido. No hay nada en común con ustedes. Y si nos vienen aquí a recrear sus frustraciones habrá que resolverles de alguna manera.
España es una idea enfermiza. Lo digo y lo sostengo. Además es obsesiva y por culpa de esta obsesión han creado mucho sufrimiento y padecimiento a muchas personas inocentes, como al pueblo catalán. Y es que ante todo los catalanes somos personas humanas, que queremos vivir una vida tranquila, próspera y con dignidad, alejados de sus obsesiones y de esos absurdos sacrificios y penalidades que ustedes continuamente nos imponen en nombre de su enfermiza obsesión.
Hagan el gran favor a la humanidad y muéranse todos. Desaparezcan de nuestras vidas y de nuestra tierra. No se merecen otra cosa.
¡Viva la tolerancia! Y no es eso lo que dijo sobre los asesinados por ETA, dijo que no eran iguales unos asesinados que otros. Tenga el valor de sostenerlo o retráctese. Además de no considerarles connacionales suyos.
Su “humanidad” queda demostrada en todos sus escritos al igual que su “tolerancia”. Ahí quedan sus palabras para la posteridad. Me desea, junto a otros, la muerte y el exilio.
No hay nada que le retrate mejor a Vd. y la Cataluña independiente que nos espera que esas palabras que para Vd. no son un insulto sino “verdades como puños”. O tal vez serán ¿Verdades que algunos vienen defendiendo y seguirán defendiendo con los puños? Como los adoctrinados que agredieron verbalmente a los manifestantes de la Plaza de Cataluña e hicieron llorar a una niña.
¿Estaba Vd. entre ellos? No me extrañaría. Siga desvariando.
Como ha podido comprobar yo hablo muy claro Don Romualdo. No me como la lengua en lo más mínimo en lo que a ustedes se refiere. Y pobre niña si la “hicieron llorar”. Que malos ellos.
Claro que dije eso de las víctimas inocentes de ETA. Y si cree que no, busque, encuentre y pegue. Ya sabe. Pero yo si sé lo que dije porqué lo recuerdo muy bien.
Y lo que usted insinúa que dije no lo pude decir por una simple razón: estoy en contra de la pena de muerte y de la violencia física en cualquiera de sus manifestaciones. Razón por la cual no forma parte de mi código personal establecer distintas gradaciones de la misma.
Robertg:
Da la casualidad de que no sé buscarlo. Si Vd. me dice dónde está y cómo hacerlo lo buscaré y lo pegaré.
Vd. dijo claramente que no era lo mismo asesinar a un niño que a un adulto, que éste ya tiene una ideología. Y como hablo de memoria pues algo parecido a esto fue lo que dijo. Esté Vd. en contra de la pena de muerte o no, eso es lo que dijo. Y por lo que yo le dije que Vd. había perdido la vergüenza y la decencia y que no me volviese a dirigir la palabra.
Me alegro de que ahora se retracte. Y si le da pena la niña llorando piense que podía ser su hija cuando Vd. se manifieste a favor de la independencia de Cataluña y unos ultras franquistas le insulten. Después diga con mofa ¡Qué malos ellos!
Adiós Don Robertg.
Usted se confunde de interlocutor. Yo jamás pude decir esto que me atribuye.
De la misma manera que mi anécdota del taxi es mía personal e intrasferible y solo la he contado una vez en este foro y no dos como me atribuye a usted. Y no le dije nada al taxista porqué hablaba por teléfono con mi esposa. Y aprovecho para contar otra que me ocurrió hace más de veinte años , en la época que se supone que aún éramos “amigos” (si es que lo hemos sido nunca), y que con un compañero de trabajo catalán fuimos invitados a irnos de una cafetería de la Castellana por hablar en nuestro idioma. Así son ustedes en general. Habrá sus excepciones, que lógicamente las exculpo y las ensalzo. Pero son excepciones que confirman su grotesca regla. Passi-ho bé senyor Romualdo!!
Páselo bien señor Robertg. Y me reafirmo que todo lo que he dicho es verdad y en los archivos de este foro consta.
La anécdota del taxi se ha contado dos veces. Eso sí tal vez la segunda Vd. había cambiado de nick. Pero la anécdota era la misma.
Y la anécdota de la Castellana pues muy mal pero no olvide que igual ese señor había tenido que tragar mucho si había trabajado en Cataluña. Desde xarnego a muerto de hambre. Que intransigentes “cuando éramos amigos” ya los había en todas partes.
Ahora más naturalmente porque de alimentar el odio ya se encarga el nacionalismo catalán.