España
Lección de democracia, federalismo e integración de Francisco Caamaño
“Desde el punto de vista de la teoría de la justicia, [el derecho a decidir] no se sostiene [en] el esquema que nos están planteando. ¿Por qué? Porque, en el fondo, antes del derecho a decidir hay otro que es el que tienen los hombres libres, que es decidir si tiene que haber derecho a decidir. Esta es la primera decisión. ¿Y quién lo decide? ¿Todos o los sujetos del derecho a decidir? Esta es la pregunta, desde el punto de vista de la teoría de la democracia. ¿Quién es el sujeto de la primera de las decisiones?”.
Francisco Caamaño se presentó en Barcelona con un objetivo claro: desmontar dos mitos que se han creado alrededor de los defensores del derecho a decidir o el derecho a la autodeterminación de Cataluña. El primero, que el supuesto derecho a decidir sea un derecho; y el segundo, el victimismo que rodea a los partidos nacionalistas.
El ex ministro del PSOE, actual secretario general provincial del PSOE de La Coruña, doctor en Derecho Constitucional y experto político, protagonista de las negociaciones en las reformas de los estatutos durante los mandatos de José Luis Rodríguez Zapatero (PSOE), ha dado, este viernes, toda una lección de teoría democrática y política durante su conferencia en unas jornadas convocadas por la Fundació Rafael Campalans, bajo el título de Autogobierno, federalismo y derecho a decidir.
Caamaño, que ha confesado sentirse “cómodo” en actos como el convocado, ya que se puede mostrar en “libertad” y sin los límites que le obligaba el cargo de ministro de Justicia, ha sido el único de los nueve ponentes del seminario, organizado por la fundación del PSC, que ha defendido la unidad de España.
El eufemismo del derecho a decidir
El dirigente del PSOE, sin embargo, pese a encontrarse en minoría (y con un público ciertamente hostil), ha demostrado durante su intervención todo un arte de la oratoria y argumentos jurídicos para defender “un federalismo plural, abierto, diverso, basado en una indiscutible lealtad a la federación”.
Caamaño ha recordado algo que generalmente se olvida: “El federalismo alberga ideológicamente una pretensión unionista, mientras que el derecho a decidir, que no es un eufemismo, es un concepto bien inteligente en términos del lenguaje político y comunicación política, una forma de reivindicar la secesión“.
Ha denunciado que hay ciertas trampas planteadas por los defensores del concepto derecho a decidir, nueva estrategia política de los que antes defendían la autodeterminación de Cataluña, como es la de asegurar que se es más demócrata si se defiende, acepta y cede ante aquellos defensores del concepto:
“Defender la unidad, desde una posición de absoluta libertad, parece algo como puesto en entredicho por la teoría democrática, parece que uno tiene que poder decidir y que, en la medida que yo no le permito decidir, porque defiendo la unión, soy menos demócrata que el que lo demanda. […] El uso estratégico de la reivindicación secesionista, unido, en mi opinión, a una inteligente revisión siempre hacia el futuro: nos iremos cuando llegue el momento, mientras tanto trabajamos; han permitido sostener una suerte de estatus condicional que los juristas explicamos de manera muy fácil y que políticamente podríamos explicar de la siguiente manera: si no se me reconoce algo tan democrático como mi derecho a decidir, al menos tendrá que admitir usted que me reconozca el derecho a estar en la medida y en la forma que yo quiera, es decir, de manera unidireccional o unilateralmente acomodada para mí. Y esto sí es una verdadera falacia”
El ex ministro ha confesado que, ilusionantemente, buscó argumentos para anteponer la democracia a la Constitución, para defender un derecho a decidir o referendo por encima de las leyes. Pero ha indicado, tajantemente, que, personalmente, no ha encontrado solución a esa dicotomía pues siempre encuentra una trampa: “Hay algo así -voy a ser algo exagerado- como una suerte de victimización que hace que los unionistas parezcan sujetos poco democráticos, mientras que los secesionistas sí estarían cargados de razón democrática”.
No se ha quedado ahí, en la superficie. El dirigente del PSOE ha explicado su posición:
“Usted no puede querer estar en una asociación y fijar las reglas para todos los asociados, o estar en una asociación pero ser distintos del resto de asociados. Usted puede estar o no estar. El problema es que en la política, a veces, interesa más esta estrategia de eso lo haré cuando llegue el momento, mientras tanto quiero lo que quiero. Y llevamos 30 años en algunos temas viviendo en esta permanente tensión”.
“Autodeterminarse en sus contextos”
Y ha entrado a desmontar la “mitificación del relato democrático en relación con el derecho a decidir” y la derivada política del primero, de que “quien quiere lo más puede lo menos”. Para Caamaño, estas dos teorías que defienden los partidos nacionalistas y las asociaciones independentistas no tienen base democrática.
“La libertad del individuo no es más que autodeterminarse en sus contextos” pero, cabe recordar, ha señalado el ponente, “también en las sociedades democráticas, no siempre un ciudadano puede hacer todo lo que quiera. No permitimos a alguien que decida renunciar a sus derechos fundamentales, por mucho que se quiera autodeterminar. La comunidad no le permite a una persona decir yo quiero ser esclavo. Le dirá: usted no puede ser esclavo, porque la libertad no es algo solo suyo, es de más, y todos decidimos también”.
Y ha añadido:
“Desde el punto de vista de la teoría de la justicia, [el derecho a decidir] no se sostiene [en] el esquema que nos están planteando. ¿Por qué? Porque, en el fondo, antes del derecho a decidir hay otro que es el que tienen los hombres libres, que es decidir si tiene que haber derecho a decidir. Esta es la primera decisión. ¿Y quién lo decide? ¿Todos o los sujetos del derecho a decidir? Esta es la pregunta, desde el punto de vista de la teoría de la democracia. ¿Quién es el sujeto de la primera de las decisiones?”.
Caamaño ha insistido en que el poder de autodeterminación que tiene un Estado incluye a todas sus partes, “no es que el Estado sea un sujeto y la parte, otro”. Todos estamos en la misma realidad, aunque algunos quieran cambiarla o violentarla.
En este sentido, el segundo mito viene a colación. Los partidos nacionalistas “trabajan para reivindicar una posición que esperan que nunca se cumpla porque, el día que se cumpla, dejarán de existir como partidos”. Así, son los propios partidos nacionalistas, y las entidades que comparten ideario, los que generan “una forma de acción política” y una estrategia perniciosa: ir alimentando un público dentro de un Estado que si se va pierde el sentido reivindicativo.
Pese a que no se ha manifestado estar “en contra” de la secesión dentro de un Estado, sí ha dejado claro que, en este caso, se debería hacer “dentro de determinadas reglas”. Sin embargo, sí se ha manifestado en contra de que esto sea un derecho y que esté vinculado a la teoría de la democracia.
Cataluña es un aeropuerto
Llevado el tema, muy teórico, a la realidad española, el ex ministro ha recordado su experiencia como uno de los negociadores de las reformas de los estatutos de autonomía:
“En pleno proceso de negociaciones estatutarias, no solo con Cataluña, una buena mañana me levanté y sentí una curiosa impresión: comencé a constatar que aquel día Cataluña solo era un aeropuerto, que Andalucía solamente era un río y que todo el sentimiento identitario de los canarios se resumía en un debate acerca de si las aguas entre islas debían de regularse por el Estatuto de un Estado archipielágico o era un archipiélago de estado. […] Tantas horas de debate, tantas horas de discusión acerca de qué significa nación, nacionalidad, qué títulos competenciales acorto o no, y de repente, si doy un aeropuerto, Cataluña tiene ya conciencia nacional, si doy un río a Andalucía, he reivindicado los colores de su bandera y se siente reconocida, y Canarias ha satisfecho sus pretensiones”.
Entre un punto de autocrítica y un punto de defensa del federalismo o unionismo, Caamaño ha señalado que “los estatutos de autonomía se han interpretado como si fuesen constituciones y hemos reproducido sin mucha reflexión en los propios estatutos instituciones del Estado de escasa rentabilidad desde el punto de vista institucional: no bastaba con tener un CGPJ que hemos querido tener 17″.
Se han creado, ha añadido, estatutos como textos de “hiperdensidad” donde se ha querido recoger todo tipo de normas y dejar por escrito algo que pudiera plegar la realidad “a nuestros deseos”.
Caamaño ha criticado que “hemos estirado la lectura de los textos normativos” convirtiéndolos en “legislación masiva” y tergiversando la intención del constituyente de 1978. Para muestra, un ejemplo:
“Donde la Constitución dice ‘las CCAA podrán asumir competencias en’, el Estatuto de [Autonomía] Cataluña de 1979 llevó a cabo una primera y maravillosa mutación constitucional casi desapercibida, porque donde la Constitución dice eso, el Estatuto de Sau dijo ‘son competencias exclusivas’ estas, las del 148. La Constitución no dice si hay competencias exclusivas o compartidas o de otro tipo, solo dice que las CCAA ‘podrán asumir’ y aceptamos todos con absoluta naturalidad ese cambio. Y esto nos llevó después a hablar de qué tipos y debates posteriores de competencias tenemos, cuales son exclusivas y no exclusivas, y cuales compartidas y cuales recurrentes”.
Mientras que, ha enumerado, “en este camino hemos enterrado las leyes del 150, las leyes de armonización murieron el día que se dictó la sentencia de la LOAPA, y adiós muy buenas, las leyes de delegación, en mi opinión, han muerto en el último proceso estatutario, y adiós muy buenas, y las leyes marco, ni siquiera han llegado a vivir”.
“Poner fin a la negociación permanente”
Finalmente, ha defendido el federalismo entendido como “una defensa sin complejos de la democracia y de la libertad de la unión” y ha reivindicado que los unionistas o federalistas “somos tan demócratas como los secesionistas y, por tanto, también podemos defender nuestras posiciones”.
“La unidad no es negar la diversidad, pero sí es poner fin a la negociación permanente de libertades”, ha asegurado, antes de pedir que se trabaje por “una lealtad a un proyecto común que reconozca las diferencias, pero, una vez conseguido, lealtad a ese proyecto común. No negociemos más, históricamente, las lealtades, uno y otro día, y otro día”. Parece que la solución a la desorientación ideológica en la que vive el PSC no debería buscarse muy lejos.
Además de Caamaño, en el seminario organizado por la Fundació Rafael Campalans también han participado Ignacio Sánchez Cuenca, Ferran Requejo, Jaume López, Enoch Albertí, Michael Keating, Patrick Taillon, Xavier Arbós y Joan Ridao (ERC).
La apertura de las conferencias ha corrido a cargo de Monsterrat Tura (PSC) y la clausura de Miquel Iceta, presidente de la fundación. Entre los asistentes a las conferencias se ha podido ver al presidente del PSC, Isidre Molas, y a los militantes del PSC Laia Bonet, Jaume Collboni, Roberto Labandera, Toni Comín, Joaquim Coll, Carles Martí, Joan Ferran, Meritxell Batet y Albert Soler.
“Toujours 3 ou 4 ans après, ils disent, mais il est pas si con parce que après tout ce qu’il a fait ça marche.Donc vous faites des trucs, vous vous faites élire, 6 ans. Les 2 premières années vous devenez maximum impopulaire, vous leur tapez sur le claque bec, etc… ah salop le peuple aura t’a peau, on t’aura, moi je dis cause toujours, je vous emmerde. Ensuite 2 ans vous laissez reposer le flan, vous faites des trucs plus calmes. Et les deux dernières années, plus rien du tout, des fontaines, des fleurs, et des bonnes paroles, je vous aime, oh catalans, je vous aime, oh occitans mes frères, je vous aime, vous faites un petit institut, une merde pour propager le catalan auprès de 4 guguss, tout le monde est content, tout le monde est content, évidemment ils parlent catalan comme ça personne les comprend à 3 km de chez eux.”
L’anticatalanisme més barroer no és patrimoni de rapso….
Si pensaba de este modo, este hombre en manos de Zapatero se convirtió en un títere impresentable. Jamás le escuché decir cosas tan claras y coherentes como las que aquí se leen… Anda que no les debió de cabrear a Ridao y Cía tener que escuchar cómo les “cantaba las cuarenta”…
Dicho en román paladino: aquí formamos todos un “corpus” nacional de cientos, miles de años de convivencia y UNA PARTE NO TIENE NINGÚN DERECHO A DECIDIR POR EL TODO!!!
Más claro, agua.
E metralla viu a lus…
Pues yo escuché a este tipo en una conferencia que dio hace unos años en un curso compartido entre la UB, la UPF y el Institut d’Estudis Autonòmics sobre el nuevo Estatut y fue para mear y no echar gota. Eso si, comparto que su oratoria es espectacular.
LA INEXCUSABLE REFORMA DEL SISTEMA ELECTORAL
Si no hay una reacción pronta y contundente, la desaparición de nuestra Nación está servi-da al tirar cada poder localista para sí mediante procedimientos endogámicos y xenófobos hacia los que no son de la parroquia, y con desprecio y rechazo absoluto a todo el patrimonio común y a cuanto sea bueno y provechoso para todos los españoles.
El sistema autonómico genera desprecio, cuando no odio hacia el bien común nacional de España. Y nadie hace nada para poner freno a tanto desatino.
Hace falta una respuesta ciudadana para que los políticos dejen de explotar y manipular al pueblo llano, sufridor de tanto desbarajuste. Hay que exigir una reforma profunda que acabe con todos estos vicios. El pueblo español es en todas partes lo más homogéneo. Tratan de establecer diferencias entre las distintas partes los que en todas partes lo explotan.
¡VIVA ESPAÑA UNA!