‘La catedral de los pobres’, un negocio de los ricos nacionalistas
‘No riáis, […] los que dejasteis la choza de Pedro el Pescador para instalaros en palacios de mampostería; los que abandonasteis el desierto de la Tebaida y los montes Armenios por las grandes urbes; los que arrancasteis los dientes a la calavera de San Jerónimo para ponéroslos postizos, engarzados en oro, y poder sonreír delante de las señoronas que os visitan; los que tiráis como desperdicios en vuestras cocinas lo que fue el único alimento de vuestros fundadores; los que quemasteis las antiguas cruces de madera para fundir la plata de los modernos crucifijos que os regalan vuestras clientes de confesionario; los que dejasteis de hacer rosarios debajo de un árbol de amable sombra y junto a una fuente de clara agua para instalar fábricas de licores y chocolates’ (Ramón Acín, No riáis, en La Ira. Barcelona, 26 de julio de 1913).
El Templo Expiatorio de la Sagrada Familia, conocido simplemente como la Sagrada Familia, es una gran basílica católica de Barcelona diseñada por el arquitecto catalán Antoni Gaudí. Iniciada en 1882, todavía está en construcción. Es la obra maestra de Gaudí, y el máximo exponente de la arquitectura modernista catalana. Según datos de 2011, es el tercer monumento más visitado de España (con 2,3 millones de visitantes), tras la Alhambra de Granada (3 millones) y el Museo del Prado (2,9). En 2005, la parte construida por Gaudí (cripta y fachada del Nacimiento) fue declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco. La Sagrada Familia es también conocida popularmente como la catedral de los pobres, a causa del cuadro homónimo del pintor modernista Joaquim Mir. Además, tiene la consideración de Bien de Interés Cultural, conforme a la Ley 16/1985, de 25 de junio, del Patrimonio Histórico Español. En 2001 la Junta recibió el premio Cruz de San Jordi que otorga la Generalidad de Cataluña (fuente: Wikipedia).
La Junta Constructora es una fundación eclesiástica creada en 1895 para promover su construcción, a través de donativos e iniciativas públicas y privadas. En la actualidad, junto a su función original, promueve la obra y la figura de Antoni Gaudí, artífice del templo, a través del legado y el proyecto reflejados en el templo y en el resto de su obra, así como la proyección internacional de Gaudí y del modernismo catalán. La previsión, no tan lejana ya, de finalización de las obras en 2026, propiciada por la gran afluencia de visitantes que se ha traducido en un vertiginoso ritmo de las obras, debe suponer una transición por lo que hace al objeto de sus funciones dado el indudable interés público de la construcción; sin olvidar que aún queda pendiente la operación urbanística correspondiente al proyecto de la plaza y la zona verde frente a la fachada de la Gloria -la de la calle Mallorca- que comporta la expropiación de decenas de viviendas y negocios, con un elevadísimo gasto en indemnizaciones y realojos sobre el que aún se discute -entre el Ayuntamiento de Barcelona y el patronato del Templo- quién debe sufragarlo.
Desde entonces el presidente ha sido el obispo y después el arzobispo de Barcelona. El presidente actual es el cardenal arzobispo Lluís Martínez Sistach y su presidente delegado, Esteve Camps Sala, que sustituyó en el cargo al político, nacionalista y democratacristiano, Joan Rigol Roig (UDC). Según manifiesta su web, la Sagrada Familia se financia de manera totalmente privada, señalándose que:
‘La dirección y la coordinación del plan de construcción del templo, y la gestión de los fondos económicos y de las actuaciones de la Fundación, se delegan en una persona no perteneciente a los ámbitos eclesiásticos, que trabaja conjuntamente con los miembros de la Junta Constructora. Tanto el presidente delegado como la Junta de Patronos colaboran desinteresadamente‘.
Como es el lugar más visitado de Barcelona, emblema de la ciudad en el mundo, que comporta gran poder y beneficios, que deberían revertir mayoritaria y directamente en la ciudad, no es extraño que revisemos con lupa quienes integran actualmente la Junta de la fundación; además de su presidente y de su presidente delegado la componen: Joaquima Alemany Roca (militante de CDC), Pere Alegri Guitart, Joan-Jordi Bergós Tejero, Jordi Bonet Armengol (director general de Patrimonio Artístico de la Generalidad durante el primer gobierno autonómico Pujol, 1981-1984), Miquel Bosch Obradors, Maria Carulla de Tomàs, Joan Güell de Sentmenat (próximo a CDC), Joan Matabosch Soler, Roser Maragall Garriga y Joan Uriach Marsal.
Siendo evidentes las relaciones de los mismos con las familias tradicionales de la burguesía barcelonesa, con cruces de San Jordi entre ellos por los servicios prestados, inmediatamente se hacen inevitables los paralelismos con el patronato del Palacio de la Música: así sabemos, por ejemplo, que mientras Bergós Tejero está en la Sagrada Familia, Bergós Civit estaba en el Palacio de la Música; mientras Güell de Sentmenat está en la Sagrada Familia, Carles Güell estaba en el Palacio de la Música; lo mismo ocurre con la familia Maragall. Roser Maragall Garriga es la de la Sagrada Familia, mientras que su hermana Marta era vocal del Palacio de la Música. Con el pujolista Joan Uriach lo tenemos más fácil: el que aparece en la fundación del templo y el que estaba en el patronato del Palacio de la Música, son la misma persona. Lo de la Carulla tiene un poco más de miga, ya que Maria Carulla Font usa el nombre de casada en el patronato de la Sagrada Familia (Maria Carulla de Tomàs), y el de hija amantísima en la dirección del Palacio de la Música: Mariona Carulla i Font, donde ha llevado a cabo una labor muy ingrata ostentando los dudosos méritos de haber sido durante los 13 últimos años la vicepresidenta de Fèlix Millet en su junta y la persona que lo sustituyó el 27 de julio de 2009.
El maridaje entre el nacionalismo político, económico y religioso resulta claro. Y es que donde está la burguesía catalana instalada, acto seguido aparecen las ramificaciones financieras hacia los partidos políticos catalanes mayoritarios, principalmente CDC; lo que algunos han llamado su mano negra, todo ello bendecido por la Iglesia catalana. No en vano, por ejemplo, la coalición nacionalista conservadora se llevó el 42% de las donaciones anónimas a partidos políticos españoles entre 1987 y 2007. Muchas derivaban del Palacio de la Música, ¿ocultará un entramado semejante la Sagrada Familia?
Tampoco ayuda a la tranquilidad el que, hoy por hoy, las fundaciones en Cataluña estén bajo sospecha como ya señalé en otra entrada, pues, facilitan la opacidad de pagos y retribuciones no justificadas (sin ir más lejos, otra fundación con presencia del arzobispado, la del Hospital de San Pablo vio como era intervenida por la Generalidad de Cataluña al observarse graves irregularidades, como la recientemente conocida circunstancia de que se continuó pagando durante siete años el sueldo a un ex gerente).
Frente a la situación descrita, los partidos conservadores -los más beneficiados, lógicamente por su cercanía a la Iglesia, por este tipo de persona jurídica supuestamente caracterizado por ser una organización sin ánimo o fines de lucro-, PP y CiU fundamentalmente, tienen la intención de limitar la transparencia de las mismas rechazando el acceso público al registro de entidades retrocediendo a la situación anterior a 2008 no se sabe bien con qué intenciones encubridoras.
¿Están en orden las cuentas de la Sagrada Familia? ¿Se sabe, con certeza, lo que se ingresa y los gastos que suponen la construcción? ¿Dónde van a parar los posibles beneficios que se generan? ¿Se da en estas obras la famosa comisión del 3%? Sería interesante saberlo, porque, además la Iglesia esté exenta de pagar algunos impuestos (como por ejemplo el IBI), un privilegio medieval, que nos cuesta a los españoles 3.000 millones de euros al año, según Europa Laica, pero que el PP en el Gobierno de España no piensa, en contra del interés general, suprimir.
Vaya por delante que no les podré informar del destino final de los beneficios que genera la Sagrada Familia, sencillamente porque lo desconozco y no hay información al respecto. Sólo en entradas por visitantes, y teniendo en cuenta que la individual cuesta 13 euros, estamos hablando de muchos millones de euros. Añadan a ello todo el merchandising que acompaña al templo y la cifra se me antoja astronómica. Además hemos de tener en cuenta que la construcción de la Sagrada Familia nace con la vocación de financiarse a partir de donativos, como expresa la propia Junta en su página web: ‘La Sagrada Familia se define como templo expiatorio desde su nacimiento en 1882. Esto quiere decir que la construcción del templo se ha financiado mayoritariamente con los donativos y las aportaciones de miles de personas a lo largo de estos años’.
Las cifras de visitantes, de ingresos y de las propias obras crecen en el año 2011 de forma tan rápida y espectacular que se parecen a las del veloz y otrora temido AVE, cuyo túnel se ha perforado al lado de los cimientos sin notarse siquiera, publicaba El Periódico recientemente apuntando unos ingresos, solo por ventas de entradas, de 31,3 millones de euros. Esperemos que la catedral de los pobres no acabe por esconder, a semejanza de lo que pasó con el Palacio de la Música o el Hospital de San Pablo, un entramado de intereses particulares -incluida la financiación de ciertas opciones políticas empeñadas en la construcción de una nación a la medida de la burguesía catalana nacionalista- ajenos a la labor social que, se supone, realiza la Iglesia y, lo que sería peor, al general de los barceloneses.
Cuánta verdad junta