Cataluña
‘Si vuelvo a oír a un ‘convergente’ decir que la independencia divide a esta Cataluña que es dual desde hace décadas, os juro que allí mismo escupo al suelo. Por no faltar’
[&hellip
Patrícia Gabancho, escritora, este domingo en Nació Digital:
‘[…] España no cambiará -y menos por iniciativa catalana, ya que los catalanes no son suficientemente fuertes- pero Cataluña sí: Cataluña no puede resistir la presión del mercado español sobre el imaginario masificado ni puede aguantar la presión política sobre las instituciones y las estructuras.
De forma que tenemos dos Cataluñas: la que quiere irse porque considera que vale la pena continuar siendo lo que somos y la que quiere quedarse en España porque ser español le parece bien. Una vota catalán, la otra vota español. Y, tras cada una de ellas, uno de los dos partidos mayoritarios. Este esquema, que presento simplificado al extremo, tiene un problema grande: que quien está delante del voto catalán no se acaba de dar cuenta que su obligación moral es sacar a Cataluña de España. Claro, si las dos Cataluñas optan por quedarse dentro de España, tururú.
Lo digo porque la opción española trabaja de lo lindo para volver a enderezar su nave. Chacón se va a Almería a reivindicar raíces y futuro, mientras España se blinda combinando el mercado único -y presupuesto tutelado- de Rajoy con el discurso único de Rubalcaba, por no señalar a Rosa Díez que hace años que habla de recentralizarlo todo y viva España. De la autonomía no quedará más que las migajas, pero lo que es peor, también nos dejarán migajas de país [por Cataluña]. Lo desmontarán todo, empezando por las bases económicas, con el sistema ahora te ahogo ahora te legislo.
Y la Cataluña que vota catalán detrás con la flauta. Si vuelvo a oír a un covergente decir que la independencia divide a esta Cataluña que es dual desde hace décadas, os juro que allí mismo escupo al suelo. Por no faltar’.
Romualdo, la inversión ha sido beneficiosa para el Estado argentino, que ha recibido dinero fresco, y para 4 burgueses que se han aprovechado, pero para la nación es pan para hoy, y hambre para mañana, porque no se trata de inversiones productivas en su mayoría, sino de servicios que ya había que han cambiado de manos.