Opinión
En respuesta a Olegario Ortega
‘Ya hemos perdido tanto que de lo que se trata es de recuperar derechos humanos, políticos, sociales… de recuperar derechos del hombre que consiguieron las revoluciones históricas y que el catalanismo que ocupa el poder ha ido limitando y escatimando sibilinamente a todos los que se han situado fuera de su creación catalanista, y ello con la anuencia vergonzosa de quienes hubieran debido defenderlos’.
Querido Olegario:
He leído muy atentamente las seis partes de su escrito PSC Y PSOE, relativas a las relaciones entre ambas formaciones políticas y a la trayectoria seguida por el socialismo español. Me han parecido extraordinariamente interesantes.
Sus reflexiones son algo más que reflexiones personales. Me han parecido el análisis de un tiempo, el nuestro, de una época, unas gentes y unas vivencias que llevan el marchamo de la reciente historia de España. ¡Me he reconocido tanto en ellas y en el decurso de cuanto cuenta! Es la historia de las esperanzas y desengaños que yo, y tantos como yo, hemos ido experimentando a lo largo de estos casi 35 años de democracia.
Sus pensamientos y su análisis me han llevado a mí también a la reflexión. Y a detenerme en esa triste deriva emprendida por el socialismo en España, tal como yo la he ido percibiendo durante estos años. Yo nunca milité en el socialismo. Siempre me reconocí en posiciones más a la izquierda, posiciones que pronto iniciaron también un camino erróneo y derivaron abiertamente, como las socialistas, en un nacionalismo expreso, en el ámbito catalán, o en el apoyo al mismo, en el ámbito nacional.
Pero esperé, como tantísimos españoles, aquel “cambio” que nos prometieron al inicio, ya que desde mis convicciones más a la izquierda advertía que sólo ellos, los socialistas (bastante ausentes, por otra parte, de la resistencia al franquismo en las décadas precedentes), habían logrado colocarse ante el electorado español en posición de abordarlo. Y yo, como tantos otros, quería aquel “cambio” posible y confié en que lo iban a realizar.
Pronto fuimos advirtiendo que el cambio que íbamos a tener era otro distinto al prometido; el cambio real que se estaba produciendo era el cambio de ellos, su propio cambio, aquel que les llevaría a abandonar el camino predicado y les posibilitaría realizar bajo las mismas siglas lo distinto, y a veces lo contrario, de lo prometido. Y así fue.
Costó comprender que en el costal etiquetado con las siglas de la esperanza, PSOE, se iba metiendo otra harina, y los españoles, con la escasa exigencia democrática y social, fruto de cuatro décadas de dictadura, bendijeron la operación. En aquellos momentos se estaba mucho más atento a la etiqueta que identificaba el costal y a la risueña cara de quien lo vendía que a la adulterada calidad de la harina con que día a día se llenaba el saco.
Entre los que simbolizaban el mundo político que se acababa de abandonar y los que anunciaban un mundo político nuevo los españoles no dudaron. Pero, en realidad, nos engañaron. Lo nuevo era solamente, o casi solamente, que ahora el mundo político lo encarnaban ellos.
Y después… de corrupción en corrupción, de allanamiento ante el terrorismo en allanamiento ante el terrorismo, de terrorismo de Estado en terrorismo de Estado, se fue avanzando (bueno, retrocediendo) por sendas cada vez más alejadas de lo prometido por unos y esperado por casi todos.
Mientras tanto, de manera suicida, el Estado se entregaba también al nacionalismo de la periferia que resultaba insaciable en su voracidad y que cada vez se mostraba más ahíto de construcción nacional y de soberanismo.
Aprovechando la ingenuidad y buena voluntad del período constituyente (o su torpeza política, o lo que fuera) el nacionalismo había salido fuertemente reforzado del proceso, mucho más de lo que hubieran podido soñar quienes rápidamente se aprestaron a liderar el emergente poder nacionalista, que se veía ahora protagonista y beneficiario de una nueva era de pujanza económica, poder político y supremacía cultural; e infinitamente más de lo que era reclamado por una sociedad plural, nueva, que tras el fenómeno de la emigración ocurrido en las dos últimas décadas del franquismo cambió el perfil social y económico de Cataluña, pero que globalmente permanecía al margen de cuanto se fraguaba, si bien sus círculos más politizados apoyaban a quienes, amparándose en deudas históricas que muchos atendimos y estimamos dignas de reparación, empezaron a construir con sus mitos la nueva Cataluña.
Fue un momento de errores: desde posiciones individuales o desde distintas posiciones políticas, ahí estuvimos casi todos. No tardaríamos demasiado en arrepentirnos del apoyo prestado. Y con ese reforzamiento sorpresivo para ellos mismos, ¡sobre todo para ellos mismos!, empezó el juego de fuerzas que nos iba a conducir a nuestro hoy.
En un lado, la nueva dirección política, intelectual y moral, aspirante no sólo a detentar el poder político y económico, sino a llevar la dirección de los mismos hacia un catalanismo que excluía lo español; en el otro un colectivo confuso, aprestado a participar, o a no hacerlo, en una nueva era política desde donde de pronto se debía cambiar de condición para alcanzar un mayor ascenso profesional y social. Se imponía el abandono de “lo español” para abrazarse a “lo catalán” y a quienes lideraban el nuevo camino. A ello llamaron a todos: no había que hacer nada, sólo dejarse llevar. Y nada se hizo. Aun no se sabía a costa de qué.
Enfrente, nada. Ni el socialismo ni las fuerzas más a su izquierda tuvieron nada que objetar. Y se produjo la entrega. A esta emergente y excluyente identidad catalanista cerraron sus ojos, allá lejos, cada vez más lejos, el socialismo peninsular, mientras el catalán se iba abrazando a ella cada vez con mayor fuerza. Y es que para entonces el socialismo ya había ido perdiendo, junto a lo que significaban sus siglas, algo de lo más sustantivo de su naturaleza, la universalidad, y se fragmentaba en pequeños ámbitos territoriales.
Finalmente, en tiempos del tripartito, con el último y sorprendente abrazo de entrega total al catalanismo, Cataluña se quedó sin socialismo; ni siquiera le quedó el ya adulterado socialismo peninsular, aquel cuyo costal contenía ya una harina tóxica de tan adulterada como estaba. Y así hasta hoy, en el borde del precipicio ya.
Y así nos hemos quedado todos, sin nada entre las manos. Ya nada nos queda, ni socialismo ni fuerza alguna a la izquierda del socialismo, aunque aun pululen por ahí algunos charlatanes embaucadores que se presentan como representantes de una izquierda que ha sido traidora a sus principios y a quienes representaba.
En este descenso a los infiernos que hemos ido recorriendo cuando creímos iniciar el ascenso a los cielos, nos han acompañado con todo paralelismo los sindicatos. Su responsabilidad es la misma y la traición les alcanza de lleno. Convertidos en parte de lo oficial sólo un deseo de perpetuarse como estructuras y una leve reivindicación de contenidos económicos para determinados colectivos, configuran su acción sindical.
A mi juicio la traición es histórica, pero aun cuela. Y aunque el último esperpento representado por la figura y la acción política de Zapatero ha dejado a los españoles con un hartazgo tal que son capaces de tirar a la basura filiaciones políticas de décadas y de entregarse lisa y llanamente a la oposición, otra parte de ellos aun seguirá votando unas siglas ya devaluadas con unos contenidos tan huecos como falsos. Estos votarán un espejismo, lo que pudo ser y no fue. Y se entregarán al dulce engaño de no querer saber la verdad, de no arruinar del todo lo que queda del sueño. Así ha desaparecido la izquierda en España y ya no hay a quien dirigir la mirada. Estamos solos.
En este finis terrae en que nos hallamos, ni siquiera las más recientes irrupciones políticas se han atrevido a definirse como socialistas, aunque se proceda de tal semillero. Mientras, los defraudadores de expectativas solo emplean la palabra mágica cuando las elecciones amenazan derrumbe. Es el último engaño, el último acto de una ficción.
Hemos corrido tanto y a tanta velocidad hacia el precipicio que ya casi carece de sentido pretender encontrar la ideología perdida. ¿Para qué si ya ni siquiera con ella nos bastaría? La quiebra de nuestros derechos ha sido tal que ha rebasado con creces la cuestión de las ideologías. Ya no se trata de gestionar nuestra realidad desde criterios ideológicos ya sean cercanos a las iniciativas privadas y al espíritu individualista y liberal, ya lo sean desde criterios próximos a la atención a lo social y al espíritu igualitarista y universal.
No. Ya hemos perdido tanto que de lo que se trata es de recuperar derechos humanos, políticos, sociales… de recuperar derechos del hombre que consiguieron las revoluciones históricas y que el catalanismo que ocupa el poder ha ido limitando y escatimando sibilinamente a todos los que se han situado fuera de su creación catalanista, y ello con la anuencia vergonzosa de quienes hubieran debido defenderlos.
Gracias a esa política de brazos cruzados del socialismo peninsular desde los centros de poder central y a la entrega e incluso dirección activa del socialismo periférico -¡qué contradicción de nombre!- desde el poder autonómico, aquí se está practicando parte del acoso, asedio y sustracción de derechos con que el nazismo inició su ascenso.
Creo firmemente que para el futuro no todo estará perdido, aunque esté ya mucho perdido para nuestro presente. Y creo que la historia acabará con este delirio absurdo que se está dando en Cataluña, tan ajeno, además, al último camino globalizador emprendido por Europa. Así que confío en que mis hijas y los hijos de mis hijas recuperen para su presente el espacio de justicia y libertad que hoy nos falta. Y para nosotros, mientras tengamos fuerzas, sólo nos queda un valor, el de la resistencia. Y por las noches, a solas, seguir llorando la pérdida de nuestra Granada.
Siempre es muy negra la noche antes de que salga el sol. Y en este tiempo en que ya pesaba sobre nuestros hombros tanta posibilidad perdida, como en el poema de Machado: ‘…Al olmo viejo y en su mitad podrido, algunas ramas verdes le han salido…’. Y sí, algo hay de eso.
Otros toman el camino abandonado, y otros son, también, quienes llenan de contenido el vacío en la gobernanza. Otros son quienes retoman el sentido de Estado, y no de partido, y el valor de lo nacional, de lo de todos, como único baremo para salvaguardar mediante la acción política los derechos también de todos. Otros son quienes alzan su voz y aplican su esfuerzo a las reivindicaciones hoy necesarias. Hoy, después de tantos años, hay una nueva esperanza por donde transitar políticamente. Y me sorprendo a mí misma, encontrando en otras siglas nuevas lo viejo a que siempre aspiré.
Todo cuanto hoy precisamos para salir del pozo sólidamente construido durante 35 años parece hallarse al margen de siglas o etiquetas defendidas tiempo atrás. Ya ve, son tiempos de confusión y casi ninguna palabra de identificación se corresponde con el contenido al que pretende identificar. Por eso, buscando harina es preciso atender al contenido y no a las siglas que pretenden identificarla.
Hace muchos años ya que dejé de reconocerme en esa izquierda situada más a la izquierda del PSOE. Hace mucho tiempo que creo que nos hemos quedado sin izquierda porque quienes estaban actuando tras tales siglas acabaron pervirtiendo los postulados bajo los que se cobijaban.
Y, como cada cuatro años, (ya sólo nos queda eso) la semana que viene tendremos otra vez en nuestras manos la posibilidad de cambiar las cosas y de ajustar las cuentas a quienes hasta aquí nos condujeron.
¡Ojalá que no sea otra oportunidad perdida!
María José Peña es abogada
Maria Jose Peña comparto tu vision de lo que esta pasando en Cataluña.Los comunistas,socialistas,sindicatos,se han subido al carro del nacionalismo catalan.Tenemos en Cataluña un regimen nacionalista y reparten lo que todos los regimenes reparten,ventajas sociales y economica con dinero publico a todos los que simpatizan con el regimen.Esto hoy despues de 35 años ya es publico y cualquiera lo ve muy claro.No existen comunistas y socialistas,existe un grupo de partidos,convertidos en nacionalistas,de aqui la dificultad de quitarlos del poder,poque se han repartido la tarta.Todos estan ocupando cargos en todas las administraciones publicas y desde ellas gastan el dinero publico haciendo pedagogia a favor del nacionalismo catalan.
Es una suerte que personas como tú, estén presentes en UPyD
Voz de Barcelona, sigo con atención la actualidad en vuestro blog, pero a veces colgais la opinión de personas que no sé qué legitimidad o bagaje les acompaña para tener la oportunidad de escribir en vuestra página, en el ejemplo de hoy una chapa infumable como otras tantas…….
Es de C´s
Quizás los que se acaban de subir al carro de los partidos no nacionalistas no conozcan a esta gran señora. Pero los que tenemos la suerte desde hace años de trabajar por una España igual en derechos y libertades, sabemos perfectamente quien es y la intachable trayectoria moral y política de M. José.
Quizás os gustaba más cuando este diario publicaba artículos de vuestros amigos, como Oscar Bautista. No leí ni una sola queja.
A todos los que ahora se han subido al carro de UPyD les pregunto si son capaces de responder a estas preguntas con contundencia. Porque algunos, como M. José sí las podrán responder. Otros deberán bajar la cabeza y mirarse los zapatos.
http://rosadiez.net/2010/07/12/y-tu....e-hiciste/
Afortunadamente, en UPyD hay personas como M. José, que dignifican el partido y las ideas que propone.
Jiménez Losantos lo tiene escrito con más claridad y mucho antes. En 1979 en Lo que queda de España. Algunas/os -Olegarios y su replicante- han tardado 30 años en darse cuenta. Más vale tarde que nunca. Felicidades!!
Maria Jose Peña,gracias.
Me da un poco de tristeza que personas tan valiosas tengan pocos votantes.
Para mentes plantas
No es de C’s. Es de UPyD. Mira las listas electorales. El BOE, de momento no miente.
Era la coordinadora de la Federación de Barcelona provincia. Se fue junto con tantos otros a raíz de la coalición con Libertas y de Unión del Pueblo Salmantino.
Me resulta incomprensible ver la hipocresía que se desarrolla cuando alguien accede a la política. Esta mujer contesta a su compañero tratándolo de usted, como si no se conociesen, siendo que ambos forman parte de UPyD Barcelona.
Por otra parte, da la sensación de que contesta a la larga y farragosa exposicón de su compañero, con otra larga y farragosa exposición, lo que demuestra que ambos tienen gran necesidad de querer ser reconocidos, pero poco dominio de los medios de comunicación. Posiblemente se van a ver obligados a llevar una cordial enemistad dentro de su partido, para hacerse con el liderazgo ideológico
Las personas con las ideas claras no necesitan ser tan tediosas en sus explicaciones, por lo que me inclino por pensar que ambos están más en el terreno de las frustraciones, que en el de la intelectualidad.
El artículo no tiene desperdicio, y aunque ya se haya escrito anteriormente sobre el tema, es importante que lo mantengamos vivo y sobretodo presente.
No entiendo que existan personas que pongan trabas a que mentes tan claras y llenas de ideas puedan expresarlas en este y otros medios simplemente porque su firma no es oficialmente conocida.Con esta mentalidad evitaremos que surjan nuevos talentos que nos abran los ojos y introduzcan sabia nueva en nuestras vidas.
Adelante Maria José, necesitamos a personas como tu que nos sigan deleitando con tus comentarios.
Daniel!! Parece que no te gusta nada de lo que escriben algunas personas.
Ni M. José ni Olegario tienen necesidad de ser públicamente reconocidos. Si los conocieras ( igual sí los conoces y haces aquí el pamplinas) sabrías que son personas de una fuerte lucha por convicción de unas ideas que muchos compartimos y que no son trepas de la política ni de mandos.
Quizás lo que te moleste es que existan personas como ellas que dan calado moral y político a UPyD.
Pues te vas a tener qeu aguantar, porque primero pueden publicar lo que les da la gana, y segundo muchos upedianos de cataluña los vamos a seguir teniendo como referentes morales y políticos.
Raquel: Por sus hechos (escritos) los reconoceréis. Si alguien quiere epatar con lo que dice, echando el resto (repeticiones inclusive) será por algo. No hace falta haber comido sopas con ellos.
El mismo derecho tienen ellos a publicar lo que quieran, que los demás a dar nuestra opinión siempre que se haga de una manera educada, te guste o no.
Magnifico articulo. Agridulce. Hay que mirar al futuro teniendo muy presente el pasado. Mil gracias MariaJosé.
¿No se habrá acortado el apellido y en lugar de Peña se llamará Peñazo? Pues en lugar de acortarse el nombre, podría acortar los artículos.
Raquel,
· Me ha llamado poderosamente la atención lo que afirmas en tu comentario a propósito de OLEGARIO y de MARÍA JOSÉ: dan “calado moral y políticio a UPyD”. Menos lobos, Caperucita.
· Estos dos “escibidores” pertenecieron a C’s y, luego, pasaron a UPyD. María José es, además, la nº 15 por Barcelona, en la candidatura de esa GRANJA ORWELLIANA en que se ha convertido UPyD, para el 20N.
· En ambos chiringuitos políticos coincidí con ellos. Y, en los dos sitios, les dio igual que no se respetaran los estatutos de las dos formaciones políticas, que Albert Rivera y Rosa Díez camparan por sus respetos, guiados por una dialéctica testicular, autoritaria y antidemocrática; … ¿Para qué seguir enumerando las “cualidades” de estos dos arquetipos esas modernas GRANJAS ORWELLIANAS, llamadas C’S y UPyD?
· Para OLEGARIO y para MARÍA JOSÉ era más sencillo luchar por unos valores y principios que vivir y actuar de acuerdo con ellos.
Manuel I. Cabezas
Ex militante de C’s y de UPyD, con el honor de haber sido expulsado de ambas Granjas Orwellianas por poner por delante de los intereses de Rivera y Rosa Díez los valores y los principios democráticos; y por haber gritado, como el niño del cuento de Andersen, que el rey estaba desnudo.
Manuel I. Cabezas
¿A quiën se refiere con “embaucadores”?