Cataluña
‘Los ideólogos nacionalistas establecen las reglas y los demás deben obedecerlas: quien no encaje en el modelo es considerado anticatalán’
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Francesc de Carreras, catedrático de Derecho Constitucional en la UAB, en un artículo publicado en La Vanguardia este jueves haciendo referencia al radicalismo de CiU y ERC, en materia independentista, y al debate a seis en TV3 de los candidatos a la presidencia de la Generalidad de Cataluña.
[…] Cuando se escucha a los dirigentes políticos de estos partidos [CiU y ERC] uno tiene la sensación de que en lugar de patriotas son simplemente partidistas, es decir, aparentan la defensa de Catalunya pero en realidad lo que pretenden es, simplemente, obtener más poder político para ellos. CiU y ERC compiten para demostrar quién es más nacionalista y por esta razón se ven obligados a elevar el listón de sus reivindicaciones. En estos últimos años, ERC ha ido abandonando el catalanismo político tradicional y se acerca a posiciones muy semejantes a la Liga Norte italiana, que basa su nacionalismo más en cuestiones económicas que identitarias, especialmente su rechazo al poder de Roma y la insolidaridad con las zonas pobres del sur.
CiU, por su parte, aunque teóricamente no ha abandonado el pujolismo, lo está matizando con un rumbo nuevo, en parte obligado por la competencia con ERC, en parte por la ambición de poder de su núcleo dirigente más joven. En efecto, su finalidad inmediata ya no es alcanzar una mayor autonomía dentro del marco constitucional, sino llegar a unos indeterminados y confusos niveles de “soberanía” financiera. En el fondo, han llegado a la conclusión de que el poder real está en el control de la caja y que la identidad catalana debe limitarse a ser la música, el chinchín, que permita vender esta mercancía.
El nacionalismo pujolista siguió la estela de Prat de la Riba, muy influido por el historicismo romántico alemán pasado por el tamiz de la derecha francesa de su época. La Catalunya de Pujol no es muy distinta a la de Prat: un pueblo cuya identidad colectiva estaba determinado por la lengua catalana, la tradición histórica, el derecho y una milenaria forma de ser. En esta línea, los ideólogos nacionalistas establecen las reglas y los demás deben obedecerlas: quien no encaje en el modelo es considerado anticatalán. Los dueños, los propietarios del país son, ya se sabe, quienes mandan, sobre todo quienes mandan callar.
En el debate electoral del pasado domingo en TV3, Artur Mas, en un memorable acto de prepotencia, hizo un clara demostración de todo ello. […] En ese incómodo ambiente, el candidato de CiU puso cara de decir ¡vamos a ver quién manda ahí! y encarándose con el representante de Ciutadans exclamó en tono paternalista: “Mire si este país es tolerante que usted viene a la televisión pública de Catalunya y puede hablar en castellano”.
La frase no tiene desperdicio. Retrata a quien la pronuncia y a la ideología que la ampara. “Soy el dueño, el propietario del terreno”, parece decir Mas: por ello habla en nombre del país y no en el suyo propio. Pero añade: dado que soy un dueño bondadoso y compasivo, tolero que usted pueda hablar castellano en esta televisión pública. Como es pública, considera Mas, es la de los catalanes de verdad como yo, no como usted. Me recuerda a unas anteriores elecciones en las que Jordi Pujol replicó a Manuela de Madre, la política socialista no nacida en Catalunya: “Usted hace sólo cincuenta años que está aquí, yo hace quinientos”. La legitimidad de origen, la legitimidad monárquica.
El nacionalista siempre se cree el dueño de la nación: por eso es tan difícil conciliar nacionalismo con democracia, a menos que el nacionalismo sea, simplemente, la expresión del natural aprecio, cariño, amor, como se le quiera llamar, por el lugar en el que vives, has nacido o has pasado parte de tu vida. Artur Mas debería saber que no es él, ni ninguna otra persona, quien da permiso para hablar una u otra lengua, sino que es sólo la ley, la ley democrática que nos hemos dado entre todos, la que puede hacerlo y la que protegía la libre opción lingüística de los participantes en el debate. Antes Grecia, ahora Irlanda: esta es la independencia de los estados europeos.
Este hombre tiene toda mi admiración por escribir lo que escribe donde lo escribe.
Antes Grecia, ahora Irlanda, luego Portugal, y después…
Aparentemente, ceder a la obstinada ambición de los que en este territorio pretextan defender el bien común, alertándonos de los estragos que nos acarrea el infame “déficit fiscal de Catalunya”, es una propensión natural en cualquier individuo. No obstante, respecto a lo anterior convendría no pasar por alto el porqué a estos interesados sujetos que dotan de capacidad para poseer déficit fiscal a un determinado territorio en España pasan por alto el mayor desequilibrio fiscal que existiría entre la provincia de Barcelona y las del resto de Catalunya o el aún superior que hallarían entre el barrio de Pedralbes (Barcelona) y el de La Mina (Sant Adrià de Besòs). En términos de irrefutable realidad podríamos hallar el máximo exponente en desproporción hacendística entre el individuo que de manera fehaciente más tributa y el que menos.
Bajo los efectos de un paroxismo patriotero muchos se erigen en la voz de Catalunya (¡vaya usted a saber si es por ello que a mis 43 años aún no he acertado a discernir si Catalunya habla con voz gutural o nasal?) desde tribunas mediáticas, simples asociaciones privadas (debidamente subvencionadas con dinero público) o instituciones gubernativas de rango menor. En el supuesto de que lo que pretendan fuere hacerlo en nombre de los catalanes, huelga decirles que somos de toda condición y pelaje. El “hecho diferencial” al que tanto gustan traer a colación desde el mundo soberanista a modo de extraordinario aglutinante catalanista se hace añicos con sólo darse un atracón de realidad a pie de calle y constatar lo mucho que nos aleja ideológicamente a unos de otros; la diversidad racial o lingüística de nuestros conciudadanos; el abismo que dista entre los que son creyentes religiosos y los que, como un servidor, se saben agnósticos por tolerancia y ateos por convicción y tantos otros hechos diferenciales “autóctonos” como el espacio, el tiempo y la capacidad de nuestras seseras nos permitiesen exponer. No obstante, todo lo expuesto anteriormente no debería ser obstáculo para que unos seres humanos fueren iguales en derechos y obligaciones en cualquier sociedad que como tal aspire a llamarse democrática.
A esto se llama comprender el fenómeno Catalán.A esto se llama comprender a CIU. A esto se llama comprender al nacionalismo de este País. Y es que es la pura realidad. El Sr. Mas ha dicho en el debate de TV3 que permitía hablar en Catalán pero lo que no dicen y aún ocultan es que también permitieron al capataz de Iznajar Gobernar en el predio Catalán.Han visto que humildito estaba el Montilla en el debate que ni se atrevió a acusar de ratero a su Señor?.
Francesc de Carreras es una eminencia de persona, la verdad que cada vez que habla es para escucharlo porque no deja a nadie insatisfecho.
Me alegro que haya gente como Francesc en CIUTADANS.
EL 28-N TU VOTO NO ESTA EN VENTA, VOTA CIUTADANS!!
Carreras conoce muy bien al nacionalista.El nacionalista habla a los demas como si el fuera el propietario de cataluña.Lo vemos esto cuando en cualquier organizacion de cataluña,el que se considera nacionalista,actua como propietario,sus gestos,el tono de voz,sus frases,indican a quien no es nacionalista que le deben a ellos el respirar en cataluña.
Como bién razona el Profesor Nacionalismo y Democracia, son antagónicos.
CAT y su nacionalismo, son fiel reflejo de esta situación.
Quién quiera disfrutar de CAT, debe trabnsformarse a nacionalista, comulgar con la Moreneta, ser un culé de tomo y lomo, acudir regularmente a las sesiones del verano nacionalismo para “hacer país”, tomar cada día “pan con tomate”, y a ser posible, llevar consigo un MP-3 con La Santa Espina y Els Segadors…
Pero, ni eso ni todo el empeño del mundo es suficiente para pertenecer al “selecto club”.
Si no tienes el ADN, ¡la cagaste macho! ¡Y “ya has bebido aceite”!
No hay absolutamente nada mas que hacer … Sólo hay una opción: REBELARSE.
¡¡REBÉLATE!!
¡Ánimo Albert!
¡Salut Ciutadans!
¿Y el nacionalismo español?
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Gorka Azkoyen – Sábado, 27 de noviembre de 2010 a las 16:39
¿Y el nacionalismo español?
Eso mismo digo yo. ¿Y el nacionalismo español? ¿Dónde está? Yo no lo veo por ningún lado, a pesar de que los nacionalistas catalanes y vascos lo tienen en la boca cada dos por tres.