Culla i Clarà: ‘Desde [la LOAPA, de 1982], la pulsión recentralizadora subyace siempre, y emerge apenas encuentra un clima propicio (la reforma estatutaria catalana) o una coartada (ahora, la lucha contra la crisis)’
Joan Baptista Culla i Clarà, historiador, este viernes en El País:
‘[…] Si estuviésemos en otras latitudes geográfico-políticas, cabría interpretar las palabras de Rajoy como un propósito ideológicamente neutro de racionalización y simplificación administrativas, guiado solo por objetivos de ahorro y eficacia. Pero no cabe llamarse a engaño: el Partido Popular no tiene, si alcanza el Gobierno, intención alguna de suprimir las diputaciones provinciales, ni de recortar la Administración periférica del Estado, ni de amortizar o convertir en secretarías de Estado ministerios hoy casi sin atribuciones, como Cultura, o Sanidad, o Educación. Lo que el líder conservador propone es sólo minimizar (en competencias y en presupuestos, se entiende) el papel de las comunidades autónomas. Lo cual, en su persona, es un rasgo de coherencia: ¿acaso no fue Rajoy quien, en diciembre de 2005, declaró en Barcelona que la Generalitat debía servir “para hacer carreteras y poco más”? Resulta lógico, pues, que todas las restantes facultades autonómicas le parezcan superfluas, redundantes o perturbadoras.
[…] No nos engañemos ni nos dejemos engañar. Haya crisis o haya bonanza, la cuestión es que el grueso del establishment español (véase lo último del futuro magistrado Francisco Pérez de los Cobos) no ha digerido ni acepta que, dentro del Estado, existan instancias de poder político distintas de la Administración central, menos aún que algunas de ellas exhiban ínfulas nacionales y ejerzan sus competencias en un sentido no uniformista, ya sea en materia de espectáculos taurinos, de enseñanza o de horarios comerciales. Cuando el Estado autonómico se hallaba aún en mantillas, en 1982, ese establishment ya trató de castrarlo mediante una LOAPA cuya falta de juridicidad la invalidó. Desde entonces, la pulsión recentralizadora subyace siempre, y emerge apenas encuentra un clima propicio (la reforma estatutaria catalana) o una coartada (ahora, la lucha contra la crisis).
Emerge, además, de un modo ideológicamente transversal, lo mismo a la derecha que a la izquierda del arco parlamentario. Si descontamos las coyunturas tácticas, la diferencia mayor es que, mientras el PSOE disimula y tergiversa, el PP se pavonea de ello y lo convierte en banderín de enganche’.