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‘Con González y con Aznar se tasaba de antemano el importe en especie y en metálico del trato [con los nacionalistas del PNV y CiU] y luego las partes se limitaban a cumplir lo convenido con mayor o menor honorabilidad; con Zapatero, sin embargo, [los nacionalistas] han visto la rentable posibilidad de especular sobre la marcha con precios que suben según la ley de la oferta y la demanda’
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Ignacio Camacho, periodista, en un artículo publicado en Abc el 21 de julio de 2010.
‘Los líderes del nacionalismo vasco y catalán, Urkullu, Mas y Duran Lleida, se fueron a cenar el lunes en Madrid para discutir la duración de la legislatura. De aperitivo les sirvieron un Gobierno abierto en canal, asado vuelta y vuelta en la parrilla de la minoría parlamentaria, y de postre podían elegir la cabeza del presidente, pero tenían más apetito de poder que de elecciones anticipadas. Al final se sintieron generosos y en vez de pedir sorbete de Zapatero se sirvieron una ración doble de soberanismo a la carta y, según su inveterada costumbre, ordenaron que enviasen la cuenta al Palacio de la Moncloa, donde siempre hay alguien de guardia dispuesto a hacerse cargo de la factura. Sobre todo si viene acompañada de una botella de oxígeno político para brindar por la buena voluntad de los comensales.
[…] Para ejercitar ese doble juego del que lleva décadas sacando tajada, el nacionalismo ha convertido la política española en un mercado negro. Con González y con Aznar se tasaba de antemano el importe en especie y en metálico del trato y luego las partes se limitaban a cumplir lo convenido con mayor o menor honorabilidad; con Zapatero, sin embargo, han visto la rentable posibilidad de especular sobre la marcha con precios que suben según la ley de la oferta y la demanda. La crisis económica, el pacto vasco y el lío del Estatuto catalán han elevado la prima de riesgo que debe sufragar el Gobierno: su estabilidad relativa cotiza con tasas de bono alemán y las emisiones no son renovables. Como el Estado anda corto de fondos va a tener que hipotecarse con concesiones políticas’.
Si, pero con una diferencia significativa; los acuerdos de Aznar con Pujol en el famoso Pacto del Majestic, fuero con luz y taquígrafos, plasmados blanco sobre negro y conocidos por la opinión pública. Es una gran diferencia.