Cataluña
‘La Vanguardia’ publica un artículo con la hoja de ruta de los independentistas catalanes
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Cinco ‘cosas que establecer’ y cinco ‘cosas que evitar’. Esta es la receta que el profesor de Ciencia Política de la Universidad Pompeu Fabra recomienda para la independencia de Cataluña. La hoja de ruta se ha publicado este lunes en las páginas de La Vanguardia.
Sorprendentemente, el periódico del Grupo Godó, cuyo editor es Javier Godó, conde de Godó -es decir, grande de España-, ha publicado un artículo de opinión que bien podría ser un manifiesto que sirviera de hoja de ruta para la independencia de Cataluña. El texto, firmado por Ferran Requejo, profesor de Ciencia Política de la UPF, ‘indica un decálogo de factores que un movimiento independentista debe procurar o tratar de evitar’.
Requejo, uno de los firmantes del último manifiesto nacionalista publicado para presionar al Tribunal Constitucional en su deliberación sobre los siete recursos de inconstitucionalidad presentado contra el Estatuto de Autonomía de Cataluña, plantea la hoja de ruta que el ‘movimiento independentista’ debe seguir, después de asegurar que el Estado de las Autonomías ha sido ‘un flagrante fracaso’ y advertir que la independencia de Cataluña y el País Vasco no se pueden dejar ‘a la improvisación o a la frivolidad’. Por lo tanto, el profesor universitario se marca una decálogo u hoja de ruta para el independentismo catalán, en las páginas de Opinión de La Vanguardia.
Por su interés, a continuación, reproducimos el decálogo:
Cosas que establecer:
1) Una mayoría social a favor de la independencia. Este es el factor clave. Implica una estrategia de las fuerzas políticas y de la sociedad civil para lograr dicha mayoría. Debe reunirse bajo un mismo objetivo a los independentistas convencidos y a los independentistas estratégicos (o instrumentales). La composición de la población de Catalunya es culturalmente compleja. Y es lógico que la independencia despierte recelos ideológicos y cierto escepticismo práctico en determinados sectores sociales. Se debe llegar a todos con la máxima transparencia y sin partir de una supuesta superioridad moral.
2) Un proyecto transversal basado en valores, datos empíricos y proyección de futuro. Razones de peso a favor de la independencia no faltan, más bien sobran. Las hay de carácter económico (déficit de infraestructuras; déficit fiscal catalán del 10% del PIB – un auténtico expolio en términos comparados que rebaja la competitividad en el mundo global-); razones de carácter social (los índices de bienestar de una Catalunya independiente podrían ser semejantes a los de Suecia o Canadá); razones políticas (aumento de poder de autogobierno y en la escena internacional); razones de carácter simbólico, lingüístico, cultural, deportivo…
3) Un pacto entre las fuerzas políticas catalanas y de la sociedad civil favorables a la independencia que recoja, no sólo el objetivo final, sino las principales “estaciones intermedias” del recorrido. Un pacto abierto a otras fuerzas y sectores sociales. (En tiempos de la revolución americana se decía “United we stand, divided we fall”).
4) Un liderazgo claro del proceso que sea identificable en términos sólidos y creíbles, tanto por los actores políticos nacionales como por los internacionales.
5) Referéndum. Es un instrumento, no un fin en sí mismo. Previsiblemente su organización será cosa exclusiva del Parlament y del Govern de la Generalitat. La legalidad española no lo permitirá jamás. Por tanto, llegado el momento, no deberá hacerse a través de esta última, sino a pesar de ella, contando con complicidades y observadores internacionales. Debe organizarse con el consenso de la mayoría de las fuerzas políticas catalanas y cuando haya claras posibilidades de un resultado favorable a la independencia.
Cosas que evitar:
6) El independentismo emotivo de reacción. Aquel que sólo responde a una agresión concreta (por ejemplo, la sentencia del TC), pero que se diluye al cabo de pocos días como espuma de cerveza.
7) El independentismo adolescente, que quiere tenerlo todo en el primer momento, pero se muestra incapaz de calcular los costes de las iniciativas yde establecer prioridades, alianzas y estrategias a medio plazo.
8) El minifundismo organizativo. El mundo independentista cuenta con una miríada de grupos minúsculos, plataformas personalistas enfrentadas, etcétera, que erosionan la imagen y la eficacia del movimiento político que defienden.
9) El independentismo con adjetivos. La vinculación de la independencia a que esta vaya acompañada de adjetivos como de izquierdas, ecológico, de mercado, etcétera. Ello confunde el objetivo sustantivo, la independencia, con los aspectos que reivindicar una vez que se consiga esta.
10) Que el Parlament implemente iniciativas populares de referéndums inmediatos que no cuentan con la necesaria complicidad de los partidos catalanistas ni con garantías de éxito electoral.
Así, después de asegurar que hay que estar preparados porque ‘la legalidad española’ no permitirá un referendo independentista o que se utilicen argumentos que bien podrían servir para la independencia de Barcelona en relación a Cataluña, o del barrio de San Gervasio en relación a Barcelona, Requejo -en La Vanguardia– finaliza señalando que la independencia de Cataluña es ‘un tema de gran calado político’, ‘tejer alianzas internas e internacionales’ y requiere de ‘profesionalidad, optimismo, razonabilidad argumentativa y racionalidad estratégica’.
Una hoja de ruta independentista que cuesta creer que se hubiera publicado hace solo unos años, pocos, cuando el periódico del Grupo Godó se vendía en toda España.
Dado que soy catalana, soy española.
Tengo por suerte, dos hermosas lenguas una de las cuales me permite comunicarme con un MAYOR número de personas por muchos lugares del mundo.
No me considero enemiga de nadie(excepto de los asesinos)y cuando viajo por el resto de España, todavia no he encontrado ningún enemigo.
C.G.C.