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‘Como tantos periodistas torpes, a quien tantas veces he criticado, metí la pata y reproduje la mentira [sobre el dato de participación en el referendo independentista del 25A] a pesar de tener todos los elementos para saber que lo era. Me fie, podríamos decir, de los ‘míos’. Y los ‘míos’, al menos estos ‘míos’, eran tan mentirosos como los otros’
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Humbert Roma, periodista, el 30 de abril de 2010 en Tribuna.cat.
‘Tengo que rectificar, y no me gusta hacerlo en esta ocasión. Resulta que ahora sabemos que el porcentaje de participación en las consultas del 25 de abril fue, para el conjunto de los más de doscientos municipios donde se hizo, de un 17,4%, y no de un 20% que dijeron los portavoces de la Coordinadora Nacional por la consulta sobre la independencia la noche de domingo. Como tantos periodistas torpes, a quien tantas veces he criticado, metí la pata y reproduje la mentira a pesar de tener todos los elementos para saber que lo era. Me fie, podríamos decir, de los míos. Y los míos, al menos estos míos, eran tan mentirosos como los otros.
He aquí una vieja verdad propia de la vieja política. Como les reprochaba tantas veces a mis alumnos en la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Autónoma, cometí el pecado de la pereza, el peor en el que puede caer un periodista. Y no tuve suficiente acierto como para ponerme a hacer el cálculo al que me empujaba mi desconfianza innata y aprendida -tanto en la escuela de periodismo como en tantos años de profesión- hacia las fuentes de información (perdón, maestro Dovifat), sobre todo si provienen del poder (y aquí ya parece que alguno tiene más poder que otros, en esto de las consultas, cuando puede manipular los datos hasta llegar a hacer reproducir como bueno, incluso por los enemigos, un porcentaje increíble).
Y, lo que me sabe peor, hice oídos sordos a aquella vocecilla interior que me decía que no podía ser verdad que la media fuese del 20% si en la mayoría de las grandes ciudades donde se había votado -y donde, así, se acumulaba el porcentaje más elevado de votantes potenciales- no se había llegado. Una vocecilla que debería haber escuchado, siendo yo mismo testigo de que en la ciudad donde había hecho de voluntario, Lérida, aquella en la que había más vecindad llamada a votar, solo se había alcanzado el 8,2% de participación.
Habrá tiempo de hablar con más perspectiva de esta anécdota tan negativa para la confianza que hay que generar en la buena gente sobre la nueva forma de hacer política que deberían de significar las conslutas. Intentaré hacerlo más adelante, porque -como he insistido ya tantas veces- esta es una larga carrera que tiene que hacer todavía un larguísimo recorrido. Con el 17,4% de participación, nadie puede decir, si no es un cínico o no sabe de dónde venimos, que el 25 de abril ha sido un fracaso. Al contrario. Por eso todavía me parece más corto de entendederas aquel -o aquellos- que creyó que crear confusión y colar unos puntitos más de tanto por ciento de participación a unos periodistas tontos favorecería el proceso, cuando no hacía sino que contribuir a desprestigiarlo.
Y es que los porcentajes todavía pueden bajar más en las próximas consultas, por muchas razones que no creo que haga falta explicar. Si no somos conscientes de ello, es que no sabemos en lo que nos hemos metido’.
¿”Tan mentirosos”? Aquí los únicos que han dicho mentiras son los “suyos”. Quina barra!
Es que el nacionalismo se basa en una gran mentira: que los derechos no son de las personas sino de las piedras (derechos territoriales) y de los muertos (derechos históricos)
Salud y regeneración democrática, ciudadanos
La Cataluña ilustrada
¿Tantos periodistas torpes?
Querrá Vd. decir, como tanto periodista adoctrinado mentiroso, que vive del chollo nacionalista, y que tiene por costumbre engañar a la ciudadanía “falseando la información” según interesa en la cocina nacionalista.
¡Un respeto!
saludos!
¿Y quién nos dice que fue verdaderamente un 17,4 % de participación?. La verdad es que teniendo en cuenta los medios con que han contado el resultado es pobre rozando el ridículo. Hay que tener en cuente además que podían votar niños de 16 años, convenientemente adoctrinados en los institutos…además de los inmigrantes empadronados. Éstos últimos con un bagaje de conocimientos históricos, culturales, etc. como para poder votar con conocimiento pleno…no me hagan “de” reir por favor.