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El tono de la carta era el de una orden, aunque en la forma aparentara ser una simple sugerencia. Sabe perfectamente Montilla que los destinatarios de la carta, como se ha demostrado tantas veces, con él o con sus antecesores, se someterán dócilmente a sus deseos, dado que sus intereses dependen en buena parte de los poderes públicos
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Francesc de Carreras, catedrático de Derecho Constitucional de la UAB, el 14 de enero de 2010 en La Vanguardia:
‘La práctica del actual Estado social hace que ambas esferas, Estado y sociedad, se interrelacionen cada vez más en detrimento de su mutua autonomía. En efecto, el Estado social, el actual Estado de bienestar, es un poder público cada vez más intervencionista, lo cual comporta que las instituciones, asociaciones y empresas que componen la sociedad civil estén cada vez más reguladas, sus actividades cada vez más sometidas a autorizaciones y condicionadas por las subvenciones que reciben. Ello da lugar a una inversión de las funciones. La sociedad civil, en lugar de representar a los deseos y aspiraciones de la sociedad e influir así en los poderes públicos, se ha convertido en un instrumento de control social por parte de estos poderes respecto de la sociedad. Es decir, los poderes públicos utilizan a la sociedad civil para sus propios fines haciendo ver que estos son los auténticos deseos de la sociedad civil. Mediante esta inversión de funciones, los políticos aparentan reforzar la legitimidad democrática de sus decisiones: no es que lo hayamos decidido nosotros, dicen, es que lo pide la sociedad.
Una clara muestra de esta situación es la carta que el presidente Montilla dirigió a las más importantes instituciones de la sociedad civil catalana para reclamar apoyos en una hipotética respuesta a la famosa sentencia sobre el Estatut. El tono de la carta era el de una orden, aunque en la forma aparentara ser una simple sugerencia. Sabe perfectamente Montilla que los destinatarios de la carta, como se ha demostrado tantas veces, con él o con sus antecesores, se someterán dócilmente a sus deseos, dado que sus intereses dependen en buena parte de los poderes públicos. De esta forma, la verdadera sociedad civil, entendida en el sentido de una esfera social autónoma de los poderes públicos, está en otra parte. Está en el hombre de la calle, aquel que no depende de las administraciones, que no necesita ni una subvención ni una autorización por parte de estas. Pero me temo que estos ciudadanos tienen escasos cauces de expresión que les permitan influir, sólo les queda el voto en las elecciones. Y el voto ya lo usan poco, escépticos ante cualquier poder, sea del color que sea, desafectos a todos. Con ello llegamos a una triste conclusión: la verdadera sociedad civil se abstiene y el poder político está en manos de una coalición entre la sociedad política y la falsa sociedad civil. Ciertamente, un grave problema para la democracia.
La famosa carta es un ejemplo histórico del servilismo y dependencia con que funciona la relación entre poder político y resto de instituciones en Cataluña y tiene la increíble habilidad de dirigirse a la “sociedad civil” al tiempo que certifica su inexistencia.
Otro señor que escribe divinamente (disculpe profesor lo de divino que ya intuyo sus preferencias laicas), pero que no actua como escribe.
Padre de la criatura, C’s, y a la vez parricida de la misma.
Claro que muchos pensaran que siendo tan escrupulosa me voy a quedar sin nadie a quién admirar.Y a lo mejor es cierto, y es el motivo de mi escepticismo con la clase política teórica y práctica. Si los votantes catalanistas hizieran lo mismo que yo hago, no existirian. No existirían.
Pero volviendo al bueno de de Carreras,me gustaría preguntarle una cosa.
¿Por qué el verano del 2006 se entrevistaron él y Rivera con el Presidente Maragall en la Generalidad y no lo comunicaron a los afiliados de C’s?
¿Por qué ese secretismo?
¿No éramos los afiliados de C’s mayores de edad?
Naturalmente. El que se distraiga, se insolente o desobedezca se queda sin la subvención anual que viene a ser como “la panera” de Navidad en las empresas. Pero mucho más rica, más sustanciosa.
Todos son unos pringaos miserables que caminan bajo el palio de estos zarrapastrosos.
LO que hace falta es cambiar la ley electoral y establecer un sistema mayoritario, y así se acaba el cuento de los separatistas, como hacen otros países. Mientras tanto no pagar impuestos.