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‘La razón de que don José Montilla no hubiese querido recibirle [al periodista de ‘The Economist’] en su viaje a Cataluña no es el trabajo. Sólo es el miedo. A la calidad de las preguntas; pero, sobre todo, a la calidad de las respuestas’
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Arcadi Espada, escritor y periodista, el 14 de noviembre de 2008 en El Mundo:
‘¿En qué otra fuente intelectual y moral que no sea el patético caciquismo puede inspirarse el gobierno nacionalista a la hora de negar frecuencias radiofónicas en nombre de Cataluña (así lo explicitó ayer en el parlamento don José Montilla ante la petición del diputado Rivera), o a la hora de protestar ante una empresa de comunicación privada en el mismo nombre de la patria mancillada? Brutos como caciques.
[…] La razón de que don José Montilla no hubiese querido recibirle en su viaje a Cataluña no es la que la consejera de Justicia, en funciones de portavoz, expuso con el candor peregrino del que duerme en cárceles y palpa las sábanas de burdeles –ambas cosas ha hecho la consejera a fin de procurarse titánicas experiencias de lo real. No es el trabajo, la razón. Entre las tareas obvias de don José Montilla está la de recibir al enviado de una de las grandes revistas universales, cuya difusión entre las élites rebasa el millón de ejemplares. No es el trabajo. Sólo es el miedo. A la calidad de las preguntas; pero, sobre todo, a la calidad de las respuestas’.
Totalmente de acuerdo, a nuestros políticos les aterra todo aquello que no esta previsto de antemano, como el saber las preguntas que te harán en una intervención para poderlas estudiar previamente. La calidad intelectual y profesional de los altos diganatarios de España brilla por su ausencia. Tienen miedo de viajar fuera por lo que les puedan preguntar (Zapatero Montilla)ya que a esa prensa, no la tienen en nómina.
El nivel de estos políticos es lamentable. Me refiero a nivel cultural e intelectual. Están acostumbrados a manejarse en los mitines y entre unos medios domesticados. Jamás un periodista de aquí podría sacar esas carencias a flote. Ante la prensa amiga están blindados y a la otra la ningunean y desprecian.
Montilla es un claro ejemplo pero no el único.