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‘La siguiente decepción respecto de Obama es la que le descubrirá, antes que como un negro o un utopista más o menos cosmético, como un presidente americano que no corregirá principios fundacionales ni el modo en que los Estados Unidos se proyectan en el mundo y conciben su defensa. Será entonces cuando la progresía añore a un Bush al que era más fácil atacar porque no desdecía ninguno de los tópicos anti-americanos que la nación despeja con Obama igual que las vacas espantan las moscas con la cola’
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David Gistau, columnista, el 4 de noviembre de 2008 en El Mundo:
‘En lo que Obama ya habrá defraudado es en no hacerse asesinar. La progresía europea saluda su inminente éxito electoral como si hubiera logrado introducir en las murallas neocon un caballo de Troya lleno de pancarteros de la sección Beverly Hills. No tardarán en descubrir, después del festín que se han dado en los últimos siete años de guerras, que con Obama queda refutada buena parte de los feroces prejuicios que sostienen la obsesión anti-americana. Contra Bush vivían mejor, pues nadie como él encarnaba el Reverso Tenebroso, cruel por naturaleza, donde la vieja izquierda resentida, tan lejos de Dior y tan cerca de la Unión Soviética, siempre ubicó a la única democracia que siempre lo ha sido y que evitó que Europa acabara siendo nazi o el patio trasero comunista. El continente de los campos de exterminio y del gulag, de los absolutismos teocráticos y de las dictaduras, se atreve a dar lecciones de libertad a Estados Unidos. E incluso a despreciar con un esnobismo decadente al principal motor científico y cultural de la segunda mitad del siglo XX. Para fundamentar este odio que procede de las vísceras y de la derrota, del rencor post-Muro, Bush era ideal, un verdadero chollo. Pero, ¿Obama…?
Obama habría resultado más útil asesinado. Y, a ser posible, colgado de un árbol y junto a una cruz incendiada del KKK. Entonces habría permanecido vigente la leyenda negra americana, el mito de la nación racista e ignorante que lleva el viejo Sur redneck prendido del alma y que devora a sus Kennedys renovadores para permanecer fijada en una parálisis agreste que desprecia cuanto ignora.
[…] La siguiente decepción respecto de Obama es la que le descubrirá, antes que como un negro o un utopista más o menos cosmético, como un presidente americano que no corregirá principios fundacionales ni el modo en que los Estados Unidos se proyectan en el mundo y conciben su defensa. Será entonces cuando la progresía añore a un Bush al que era más fácil atacar porque no desdecía ninguno de los tópicos anti-americanos que la nación despeja con Obama igual que las vacas espantan las moscas con la cola’.
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