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‘Con el PSC, como partido hegemónico, el futuro de Cataluña sería tan nacionalmente español como el de Castilla-La Mancha’
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Víctor Alexandre, periodista y escritor, el 20 de mayo de 2008 en El Singular Digital:
‘La cobardía es un de los aspectos característicos de la identidad catalana actual. No siempre hemos sido un pueblo cobarde, al contrario, hubo un tiempo en que nos hacíamos respetar, pero de aquellos días ya sólo queda el recuerdo en cuatro libros de historia. Ahora ya hace muchos años que el pueblo catalán es un pueblo cobarde, pusilánime, mezquino, un pueblo que no cree en él mismo, que exuda impotencia y que ha olvidado el significado de palabras como amor propio, madurez y dignidad; un pueblo masoquista que prefiere buscar placer en el dolor antes que enfrentarse con aquel que le humilla. Es patético, esto, claro que sí, pero no olvidemos que el masoquismo es incompatible con el sentido del ridículo. Por eso, Cataluña, después de convertirse en el orinal del PSOE, con Rodríguez Zapatero delante, y de ser el hazmerreír de todos aceptando la humillación del Estatuto, el raquitismo caótico del aeropuerto del Prat, el desistimiento de responsabilidades en el afer del Carmelo y el colapso tercermundista de la red de Renfe y de las infraestructuras de electricidad controladas por España, no ha dudado en votar a favor de su verdugo en las pasadas elecciones. Esto explica por qué hay tantos catalanes que sonríen como niños cuando confiesan que han votado al verdugo amable en contraposición al verdugo antipático. “Es que el PP daba tanto miedo, ¿verdad?”. Si en vez de personas fuerana perritos, moverían la cola orgullosos de haber recogido la pelotita y de llevársela al amo suplicándole una caricia.
El resultado de todo esto es una clase política infantilizada, inmersa en guerras intestinas y en batallitas de campanario. Son ellos, nuestros políticos, los que, incapaces de fijar un horizonte para el país que vaya más allá de la próxima legislatura, nos han conducido hasta aquí. Los hay que hablan del 2014, es cierto, pero más como un eslogan comercial que como un objetivo real. Por eso son tan importantes los congresos que ERC y CiU han de celebrar bien pronto, porque sería un suicidio permitir que el PSC materializara su sueño de convertirse en “la viga maestra de la Cataluña del futuro”. Básicamente porque con el PSC, como partido hegemónico, el futuro de Cataluña sería tan nacionalmente español como el de Castilla-La Mancha. El futuro de Cataluña, tengámoslo claro, no ha de estar en las manos de los que pretenden normalizar la cobardía, sino de todos aquellos catalanes nacionalmente desacomplejados que antes o después tendrán que coger las riendas de ERC y CiU y liderar un proceso de emancipación nacional. De los citados congresos, por tanto, debería surgir la noble convicción de que ERC y CiU no son un fin en sí mismos, sino el instrumento a través del cual Cataluña se ha de convertir en un nuevo Estado de la Unión Europea. Será entonces cuando dejaremos de ser un pueblo infantil y nos convertiremos en adultos’.
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