Opinión
Así debe ser amar
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Llovía. Paseando por las calles más estrechas de la ciudad llegué a un callejón sin salida. A punto estaba de volver sobre mis pasos cuando, de una pequeña puerta, asomó un anciano que me invitaba a entrar. Como a veces la curiosidad se alía con el tiempo libre, dejé a un lado el miedo y los prejuicios y entré por la puerta.
Sin mediar palabra, el anciano me condujo hacia otra puerta que daba al jardín más hermoso que he visto. El sol abrió el cielo. En el centro del jardín junto a dos inmensos abedules, rodeados de helechos e iris violetas y amarillos, había un estanque. El anciano me hizo gestos para que mirase en el agua. Así lo hice.
Al principio no vi más que mi propio reflejo sobre las inquietas aguas del estanque. Algunas gotas se deslizaban desde las hojas de los abedules y se zambullían en el agua. No fue hasta pasados unos minutos cuando la superficie del agua se calmó y pude ver el fondo del estanque, más allá de mi reflejo. Una especie de texto poético, escrito en una bonita caligrafía dorada, llenaba el centro del estanque. Admirado por lo que se me daba a contemplar, reproduzco aquí las palabras que con gran entusiasmo memoricé para poder compartirlas con quien quisiera escucharlas:
Respiraremos y comeremos como si el aire y los alimentos fuesen las materias sagradas que nos nutren y sustentan.
Escucharemos a los demás como si nos hablase el hombre más sabio del universo y como si todo lo que nos dicen fuese algo de lo que tenemos que aprender.
Hablaremos como si respetásemos al máximo a nuestro interlocutor y como si supiésemos que lo que decimos es reflejo de lo que pensamos y de cómo vivimos.
Reiremos como si solo existiese el presente. Bailaremos como si nadie nos estuviese mirando.
Aprenderemos todo lo que podamos como si nuestra vida fuese infinita.
Enseñaremos lo poco que sepamos bien, como si regalásemos en herencia el tesoro más valioso: nuestra experiencia.
Daremos las gracias por cada suceso, cada encuentro, cada experiencia que el universo nos regala, como si todo lo que nos ocurre fuese un viaje planeado para nuestro crecimiento interior.
Perdonaremos aquellas pequeñas cosas que nos parezcan imperfecciones de los demás, como si nosotros mismos tampoco fuésemos perfectos, como si supiésemos que tarde o temprano, necesitaremos del perdón de los demás.
Lloraremos sin empequeñecernos, saboreando el gozo de poder sentir.
Compartiremos nuestra alegría, como si supiéramos que si la alegría no nos inunda a todos, nunca será una alegría completa.
Perderemos, nos caeremos, erraremos las veces que haga falta sin apego al afán de perfección, porque nunca jamás fallamos en la vida, simplemente tardamos más o menos en conseguir los objetivos que debemos alcanzar.
Viviremos con intensidad y conciencia, como si mañana no fuésemos a estar aquí. Aceptaremos la muerte con valor, como si fuese un cambio de vigilia a sueño.
Y, lo más importante de todo, es que amaremos como si nunca una brizna de dolor, desengaño o decepción nos hubiese tocado el corazón. Porque el mundo que nos rodea se merece nuestro amor y nosotros nos merecemos la máxima felicidad.
Así es como debe ser y será.
Quizás no hace falta decir que estas frases han cambiado mi vida. Cada mañana despierto consciente de que si logro cumplir con al menos una de las frases, ese día habrá valido la pena. A veces me despisto y se me olvidan… pero de repente encuentro algo, un aroma, una imagen, una canción, cualquier cosa que me hace recordar lo olvidado y seguir trabajando, con satisfacción, por vivir con la máxima felicidad. Así es como debe ser y así es.
Un aplauso porque me sorprende tanta sensibilidad poética y, si me lo permites, cursilera. ¡No sabía yo eso de ti! Me ha gustado. Es tierno, sincero, utópico pero cierto. De hecho, quizá te lo tome prestado para un bodorrio que tengo a final de mes. ¿No sería un bonito discurso? Ah, claro que aquí no se estila eso de brindar por los novios con poemas y comentarios cardíacos. Aquí nos va más el grito, el brindis rompe copas y las servilletas girando al vuelo. En fin, sea como fuere, estoy contigo: hay que ser más libres, más conscientes y disfrutar de todo lo que podamos porque, si no, ¿a qué leches hemos venido? Feliz fin de semana.